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8 de septiembre de 2025 a las 12:50

Descubre la pasión musical de Carlos Miguel Prieto

La pasión por la música corre por las venas de Carlos Miguel Prieto. No se trata solo de una profesión, sino de una forma de vida, una conexión profunda con el sonido y la emoción que se transmite a través de cada nota. Desde su estudio, rodeado de los fantasmas de grandes compositores plasmados en partituras, Prieto comparte con nosotros, a través de las cámaras de "Que sí quede huella", la fascinante travesía de su carrera. No es simplemente un director de orquesta, es un narrador de historias musicales, un puente entre la creación y la audiencia, y su entusiasmo es contagioso.

Su dedicación a la juventud es admirable. Imaginen la energía que se respira en esas 12 o 14 semanas que dedica anualmente a orquestas juveniles. No solo se trata de formar músicos, sino de sembrar la semilla de la pasión por la música en las nuevas generaciones, de inspirar a jóvenes talentos a explorar la magia del sonido y la expresión artística. Es una inversión en el futuro, un legado que resonará en los años venideros.

Prieto, con la humildad de un verdadero maestro, se presenta no como un virtuoso inaccesible, sino como un amigo que comparte su amor por la música. Recordar sus inicios con el violín nos acerca a su esencia, a la raíz de su pasión. Su trayectoria, desde la Sinfónica Nacional de México hasta la Orquesta de Louisiana en Nueva Orleans, es un testimonio de perseverancia y talento. Reconstruir la escena musical de Nueva Orleans después del devastador huracán Katrina es una hazaña épica, una muestra del poder transformador de la música y la capacidad del ser humano para resurgir de las cenizas.

La interpretación, para Prieto, no es una simple reproducción mecánica de notas en una partitura. Es un acto de creación, una reinterpretación constante que evoluciona con la experiencia y el conocimiento. Imaginen la profundidad que alcanza la Quinta Sinfonía de Beethoven después de 26 años de diálogo íntimo con la obra. Cada nota, cada silencio, se carga de significado, de la vivencia personal del director y su conexión con los músicos. No se trata solo de ejecutar, sino de sentir, de transmitir la esencia misma de la música al público.

En un mundo saturado de información, donde la velocidad y la inmediatez rigen nuestras vidas, Prieto reconoce el desafío de atraer a la gente a las salas de conciertos. No es una crítica, sino una observación aguda de la realidad. Convencer al público de la importancia de sumergirse en la experiencia de una sinfonía, de desconectar del ruido exterior y conectar con la belleza de la música, es una tarea titánica, pero esencial. Es una invitación a la introspección, a la conexión con nuestras emociones más profundas, una experiencia que enriquece el alma y nos recuerda la importancia del arte en nuestras vidas. La labor de Carlos Miguel Prieto, como la de todos los artistas comprometidos, es un recordatorio constante del poder transformador y la belleza inherente a la música.

Fuente: El Heraldo de México