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8 de septiembre de 2025 a las 07:05

Alerta: Desfogue en Presa Centenario obliga evacuación.

La tensión se palpa en el aire en Tequisquiapan, Querétaro. Las incesantes lluvias que han azotado la región central del país han llevado a la Presa Centenario a un límite insospechado, superando el 111% de su capacidad. Este escenario, que evoca imágenes de fuerza descontrolada de la naturaleza, ha puesto en alerta máxima a las autoridades y a la población, generando una carrera contrarreloj para mitigar los riesgos. El alcalde Héctor Magaña, a través de sus redes sociales, ha confirmado la crítica situación, asegurando que se está llevando a cabo un desfogue controlado para aliviar la presión sobre la estructura y el cauce del río. Sus palabras, aunque buscan transmitir calma, reflejan la gravedad del momento: "No bajamos la guardia".

Imaginen la escena: la noche del 6 de septiembre, la oscuridad interrumpida por el brillo de las linternas de Protección Civil, el sonido de la lluvia incesante y las voces de los rescatistas instando a las familias a evacuar sus hogares. Una imagen que se repite en varias localidades, un recordatorio de la fuerza implacable de la naturaleza. San Nicolás, la localidad más cercana a la presa, ha sido la más afectada, con catorce viviendas sufriendo los embates del agua. En total, 283 personas han tenido que abandonar sus casas, dejando atrás sus pertenencias, sus recuerdos, su cotidianidad, en una evacuación preventiva que busca, ante todo, salvaguardar vidas.

El corazón turístico de Tequisquiapan, ese Pueblo Mágico que atrae a visitantes con su encanto colonial y la tranquilidad de sus calles, se ha visto transformado por la emergencia. Las colonias Santa Fe, La Bartolina, Piñatequis, La Magdalena, Sabinos, La Rinconada, Puente Viejo y La Vega, nombres que usualmente evocan imágenes de serenidad, ahora resuenan con la incertidumbre de la evacuación. Familias enteras se han visto desplazadas, buscando refugio en albergues temporales, con la angustia de no saber qué les deparará el futuro inmediato.

Más allá de las cifras, más allá de los porcentajes y los datos técnicos, hay historias humanas. Historias de familias que lo han perdido todo, de vecinos que se apoyan mutuamente, de la solidaridad que florece en medio de la adversidad. Hay historias de angustia, de incertidumbre, pero también de esperanza. La esperanza de que las aguas bajen, de que la presa resista, de que puedan regresar a sus hogares.

En estos momentos de tensión, la coordinación entre los tres niveles de gobierno es crucial. Cada minuto cuenta. Máquinas trabajando sin cesar para reforzar los diques, rescatistas navegando las aguas turbulentas para auxiliar a quien lo necesite, autoridades informando constantemente a la población. Una lucha contra reloj donde la prioridad es clara: proteger la vida y el patrimonio de los tequisquiapenses. La pregunta que todos se hacen es: ¿cuánto durará esta situación? ¿Cuándo podrán las familias regresar a sus hogares? Solo el tiempo y el esfuerzo conjunto podrán dar respuesta a estas interrogantes. Mientras tanto, Tequisquiapan se mantiene en vilo, aferrado a la esperanza de un futuro más sereno.

Fuente: El Heraldo de México