
7 de septiembre de 2025 a las 23:30
Paz en Culiacán: Marcha por la esperanza
El clamor por la paz resonó con fuerza en las calles de Culiacán este domingo. Una marea humana, vestida de blanco como símbolo de esperanza y unidad, inundó la ciudad en una de las movilizaciones más multitudinarias de los últimos tiempos. Desde la emblemática iglesia de La Lomita hasta la avenida Álvaro Obregón, el corazón de la capital sinaloense latió al ritmo de un solo grito: "¡Ya basta, queremos paz!".
No fueron políticos, ni figuras públicas quienes encabezaron esta marcha. Fueron familias enteras, padres e hijos, abuelos y nietos, unidos por el anhelo común de un futuro libre de violencia. La imagen de niños y niñas, con sus pequeñas manos sosteniendo pancartas con mensajes como "Niños sin miedo, queremos paz" y "Mi voz es pequeña, pero mi derecho a la paz es grande", conmovió a todos los presentes y se convirtió en el símbolo más potente de la jornada. Sus rostros, llenos de inocencia, contrastaban con la crudeza de la realidad que viven, una realidad marcada por el miedo y la incertidumbre.
El personal de salud, testigos directos del dolor y la tragedia que la violencia siembra, también se sumó a la manifestación. Médicos y enfermeras del Hospital Civil, aún conmocionados por el reciente ataque armado que cobró la vida de cuatro personas inocentes en sus instalaciones, marcharon con sus batas blancas como estandartes de la lucha por la vida y la seguridad. Su presencia fue un recordatorio conmovedor del impacto devastador que la violencia tiene en la sociedad, no solo en las víctimas directas, sino también en aquellos que dedican sus vidas a sanar las heridas físicas y emocionales que deja a su paso.
La marcha no fue solo una expresión de dolor y desesperación, sino también un llamado a la acción. Los organizadores, ciudadanos comprometidos con la construcción de la paz, insistieron en el carácter estrictamente ciudadano de la movilización, libre de banderas políticas o intereses particulares. "La paz nos corresponde a todos", repetían una y otra vez, haciendo hincapié en la responsabilidad compartida de construir un futuro mejor para Culiacán y para Sinaloa.
La cifra de 40 menores fallecidos en el último año a causa de la violencia, 15 de ellos víctimas colaterales, resonó con fuerza en las consignas y en las pancartas. Este dato, doloroso e indignante, se convirtió en el motor que impulsó a miles a salir a las calles y exigir un alto a la violencia. La marcha culminó en el centro de la ciudad, pero la lucha por la paz, como bien lo expresaron los organizadores, apenas comienza. El eco de las voces que claman por la paz seguirá resonando en Culiacán, un recordatorio constante de la urgente necesidad de un cambio. La semilla de la esperanza ha sido sembrada, y ahora, más que nunca, es responsabilidad de todos cultivarla y protegerla para que florezca la paz que tanto anhelamos. El camino no será fácil, pero la unidad y la determinación demostrada este domingo son la prueba de que un futuro mejor es posible.
Fuente: El Heraldo de México