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7 de septiembre de 2025 a las 09:20

China cambia el juego

El mundo ha cambiado. La narrativa del "fin de la historia" y la hegemonía indiscutible de un único poder, pregonada tras la caída del Muro de Berlín, se desmorona ante la contundente realidad de un orden multipolar en ascenso. La reciente exhibición de fuerza militar china no solo ha mostrado un arsenal tecnológico de vanguardia, sino que ha simbolizado la consolidación de un bloque geopolítico dispuesto a desafiar el statu quo.

La imagen de Xi Jinping flanqueado por Putin y Kim Jong-un en la Plaza de Tiananmén resonó como un eco atronador en los pasillos del poder global. Más allá de la demostración de misiles hipersónicos, drones submarinos y capacidad nuclear, la presencia de estos líderes, junto a representantes de Irán y miembros clave de la ASEAN, dibuja un mapa de alianzas estratégicas que desafía directamente la influencia estadounidense. No se trata de una simple coincidencia, sino de una declaración de intenciones: el eje euroasiático se fortalece, tejiendo una red de cooperación económica, política y militar que redefine el equilibrio de poder.

La participación de países del sudeste asiático, algunos incluso con disputas territoriales con China, revela la profunda penetración de la influencia de Beijing en la región. El atractivo de su modelo económico y la promesa de un nuevo orden global, menos dependiente de Occidente, resuena con fuerza en naciones que buscan diversificar sus alianzas y fortalecer su autonomía.

Este cambio de paradigma se sustenta en datos concretos. El crecimiento exponencial del comercio chino, la expansión de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y el abrumador apoyo popular a una mayor participación de China en los asuntos globales contrastan con el creciente escepticismo de la sociedad estadounidense hacia el intervencionismo internacional. Mientras Washington se repliega sobre sí mismo, Beijing proyecta confianza y ambición, capitalizando la fe de su pueblo y el poderío de su economía.

El multipolarismo ya no es una teoría abstracta, sino una realidad tangible. Rusia, a pesar del conflicto en Ucrania, mantiene su relevancia como actor nuclear y energético. India, con su demografía imponente, se consolida como una potencia ineludible en el escenario internacional. Y actores regionales como Turquía, Brasil y Sudáfrica ejercen una autonomía creciente en un mundo cada vez menos unipolar.

El desfile militar en Beijing fue, en esencia, un mensaje político dirigido al mundo: el orden unipolar ha llegado a su fin. Negar esta realidad implica ignorar las profundas transformaciones que están reconfigurando el tablero geopolítico. La pregunta crucial no es si el multipolarismo se impondrá, sino cómo se estructurará y qué valores lo regirán. ¿Será un sistema más equitativo o simplemente una redistribución del poder entre nuevas élites? ¿Cuál será el rol de las democracias frente al ascenso de potencias autoritarias? ¿Y estará Occidente dispuesto a aceptar un mundo en el que ya no ostenta el monopolio de las reglas del juego? Estas son las interrogantes que debemos plantearnos ante el amanecer de una nueva era.

Fuente: El Heraldo de México