
6 de septiembre de 2025 a las 21:10
Marianne Gonzaga: La prisión y mi inexperiencia con la limpieza
Adentrémonos un poco más en la vida tras las rejas que describe Marianne Gonzaga. Imaginen despertar cada mañana a las 6 en punto, en un espacio compartido con otras chicas, con la rutina marcada por el reloj. Un mundo donde la libertad se mide en horas de limpieza y en la posibilidad de dormir una hora más los fines de semana. Marianne nos cuenta cómo ese horario estricto, que al principio seguramente se sintió como una imposición, terminó convirtiéndose en una nueva normalidad. ¿Cómo se adapta la mente humana a estas circunstancias? ¿Cómo se transforma la percepción del tiempo cuando cada minuto está programado?
La convivencia también juega un papel fundamental. Marianne esperaba encontrarse con cientos de mujeres, un ambiente quizá hostil y sobrepoblado. Sin embargo, la realidad fue diferente. Un grupo pequeño, 14 en total, con las que compartía el día a día. Esa inesperada intimidad, ¿forjó lazos de amistad? ¿O acrecentó la tensión en un espacio limitado? Las dinámicas sociales en un entorno cerrado como ese son complejas y sin duda marcaron la experiencia de Marianne.
Un aspecto que sorprende es la atención que se presta a la higiene y la alimentación. El distintivo H, un símbolo de calidad en el manejo de alimentos, contrasta con la imagen preconcebida que muchos tenemos de una prisión. Marianne, acostumbrada a ser selectiva con su comida, tuvo que adaptarse a los menús, ¿qué aprendizajes culinarios se llevó de esa experiencia? ¿Desarrolló nuevos gustos o simplemente aprendió a valorar la comida de una manera diferente? Incluso en un lugar como ese, la comida puede ser un pequeño consuelo, un momento de conexión con la vida fuera de los muros.
Y luego está la limpieza, una tarea que se convierte en ritual. Marianne confiesa que aprendió a limpiar "bien" en el CEMA. Más allá de la técnica, ¿qué significado adquiere la limpieza en un contexto de encierro? ¿Se convierte en una forma de control, una manera de mantener la cordura en medio del caos? Quizás en esos momentos de barrer y trapear, Marianne encontraba un espacio para reflexionar, para ordenar sus pensamientos al mismo tiempo que ordenaba su entorno.
Es inevitable pensar en el impacto psicológico de esta experiencia. El miedo inicial, la adaptación a la rutina, la convivencia con otras chicas, el aprendizaje de nuevas habilidades… Todo ello ha contribuido a moldear la persona que Marianne es hoy. Su testimonio, aunque incompleto, nos abre una ventana a un mundo desconocido y nos invita a reflexionar sobre las segundas oportunidades, la reinserción social y la complejidad del ser humano. ¿Será capaz Marianne de utilizar esta experiencia para construir un futuro mejor? El tiempo lo dirá. Estaremos atentos a la segunda parte de su historia.
Fuente: El Heraldo de México