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6 de septiembre de 2025 a las 07:20

Lucha contra caimán casi le cuesta el brazo

El terror se apoderó de las tranquilas aguas del río St. Lucie en una tarde de verano que prometía ser apacible. Amber Perren, una joven optometrista de 27 años, jamás imaginó que un paseo en bote con su esposo, Kelby, y su fiel compañero canino, se convertiría en una lucha por la supervivencia. El calor de Florida invitaba a un chapuzón, y Amber, sin sospechar la amenaza que acechaba bajo la superficie turbia, se sumergió en las aguas del río. En un instante, la tranquilidad se rompió. Un caimán de más de dos metros y medio, un auténtico monstruo de las profundidades, emergió de las sombras y se abalanzó sobre ella. La mordida, brutal y precisa, se clavó en su brazo derecho. El grito de Amber, desgarrador, resonó en el aire, alertando a Kelby, quien sin dudarlo un segundo, se lanzó al agua para rescatar a su esposa.

Lo que siguió fue una escena digna de una película de terror. Kelby, con una valentía admirable, forcejeó con el gigantesco reptil, luchando contra la fuerza descomunal de sus mandíbulas. Finalmente, en un acto de desesperación y coraje, logró liberar a Amber de las garras del caimán y llevarla de vuelta a la embarcación. La sangre teñía el agua, un recordatorio palpable de la ferocidad del ataque. Inmediatamente, pusieron rumbo a la orilla, desde donde Amber fue trasladada de emergencia a un hospital en Fort Pierce. “Lo tenía cara a cara”, relató Amber, aún conmocionada por el encuentro. “Lo único que pensaba era en escapar”. Sus intentos de defenderse a golpes fueron inútiles ante la potencia del animal.

El diagnóstico médico fue devastador: fractura de ambos huesos del antebrazo, una arteria seccionada y el temido síndrome compartimental. El camino hacia la recuperación se presentaba largo y tortuoso. Cinco cirugías y múltiples injertos de piel fueron necesarios para reconstruir su brazo, una prueba de la gravedad de las heridas. Sin embargo, la joven optometrista demostró una fortaleza excepcional. A pesar del dolor y las secuelas físicas, regresó a su consultorio apenas semanas después, decidida a no dejar que el incidente definiera su vida.

La historia de Amber no termina aquí. Aunque aún enfrenta entumecimiento en la mano y la esperan largas sesiones de fisioterapia e incluso posibles cirugías adicionales, su espíritu permanece intacto. “No volveré a esa playa”, confesó, “pero volveré al agua”. Su amor por la naturaleza, aunque marcado por esta terrible experiencia, no ha sido extinguido.

Entretanto, las autoridades ambientales de Florida, tras una intensa búsqueda, lograron capturar al caimán responsable del ataque. Pero lo que podría ser un final trágico para el animal, se convierte en un símbolo de la resiliencia de Amber. Lejos de sentir rencor, ha decidido conservar el cráneo del caimán como un recordatorio tangible de la batalla que libró, una batalla que, según sus propias palabras, pudo costarle la vida. Un macabro trofeo que representa la victoria de su espíritu sobre la adversidad, un testimonio de su fuerza y un homenaje al amor incondicional de su esposo, Kelby, el héroe que le devolvió la vida.

Este incidente, que se ha viralizado en las redes sociales, ha generado una oleada de conmoción y preocupación en la comunidad de Florida, donde los avistamientos de caimanes son, lamentablemente, recurrentes. Sirve como un crudo recordatorio de la importancia de la precaución al disfrutar de los espacios naturales y del respeto que debemos tener hacia la fauna silvestre, incluso en aquellos lugares que consideramos familiares. La historia de Amber Perren, sin duda, se convertirá en una leyenda local, una historia de supervivencia que se susurrará a la orilla del río, una advertencia y al mismo tiempo, una inspiración.

Fuente: El Heraldo de México