La indignación recorre las redes sociales tras la viralización de un perturbador video que muestra la brutal agresión sufrida por una mujer en su lugar de trabajo a manos de su expareja. El acto de violencia, capturado por las cámaras de seguridad de la empresa, ha desatado una ola de repudio no solo por la ferocidad del ataque, sino también por la insólita decisión de la empresa de despedir a la víctima, dejándola sin sustento para sus cuatro hijos.

Las imágenes, difundidas inicialmente por Red Uno Bolivia y posteriormente compartidas en Facebook por el usuario Magnus Alexander, muestran la secuencia completa del cobarde ataque. La mujer, concentrada en su trabajo, no percibe la entrada de su agresor. Este, aprovechando su indefensión, se acerca sigilosamente y comienza a destrozar los documentos que se encuentran sobre su escritorio. La víctima, visiblemente aterrada, le suplica que se detenga, pero sus palabras son ignoradas. El agresor, en un arranque de furia incontrolable, comienza a arrojarle objetos al rostro, culminando con el lanzamiento de un televisor y el propio escritorio, que la aplasta contra el suelo. Aun con la mujer en el piso, el hombre continúa arrojándole objetos pesados, sin mostrar un ápice de remordimiento.

La escena posterior al ataque es desgarradora. La mujer, adolorida y conmocionada, se levanta del suelo buscando ayuda, palpándose el cuerpo en un intento de evaluar las lesiones. Lo que resulta aún más indignante es la noticia de su despido. En lugar de recibir apoyo y comprensión por parte de sus empleadores, la víctima se enfrenta a una nueva adversidad: la pérdida de su trabajo, el único medio con el que contaba para mantener a sus cuatro hijos.

Según los informes médicos, la mujer sufrió lesiones que requieren 10 días de incapacidad. A pesar de haber interpuesto una denuncia formal, el agresor permanece prófugo de la justicia, aumentando la sensación de impunidad y la indignación colectiva. Este caso pone de manifiesto la doble victimización que sufren las mujeres en situaciones de violencia de género, primero por la agresión física y psicológica de sus agresores y, en segundo lugar, por la falta de apoyo y protección por parte de las instituciones y la sociedad.

La pregunta que resuena en las redes sociales es: ¿hasta cuándo se tolerará la violencia machista? La respuesta debe ser contundente: ¡ni una menos! Es imperativo que se implementen medidas efectivas para proteger a las víctimas, garantizar su seguridad y brindarles el apoyo necesario para reconstruir sus vidas. El despido de esta mujer, lejos de ser un hecho aislado, es un reflejo de la cultura de la culpabilización de la víctima que aún prevalece en nuestra sociedad. Es necesario un cambio profundo que promueva la igualdad, el respeto y la erradicación de la violencia de género en todos los ámbitos. No basta con condenar estos actos, es necesario actuar con firmeza para prevenirlos y sancionar a los responsables, y sobre todo, para brindar a las víctimas la protección y el apoyo que merecen.