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7 de septiembre de 2025 a las 00:05
El peor consejo según Bill Gates
El consejo "no te arriesgues" resuena con fuerza en una sociedad que a menudo prioriza la seguridad por encima de todo. Sin embargo, Bill Gates, una figura emblemática del emprendimiento y la innovación, desafía esta noción con una perspectiva radicalmente diferente. Para él, evitar el riesgo no es una estrategia inteligente, sino una forma de estancamiento, una renuncia a las oportunidades que se esconden tras la incertidumbre.
Su propio camino es un testimonio de esta filosofía. Abandonar Harvard, una institución de prestigio mundial, para perseguir el sueño de Microsoft, parecía una locura a los ojos de muchos. Pero Gates, con una visión clara y una dosis calculada de audacia, apostó por su intuición. No se trataba de una temeridad ciega, sino de un riesgo medido, consciente de que incluso en el peor escenario, la vuelta a la universidad era una posibilidad. Este salto al vacío, lejos de ser un acto impulsivo, se convirtió en la piedra angular de un imperio tecnológico que transformó la forma en que vivimos, trabajamos y nos comunicamos.
La verdadera dimensión del riesgo, según Gates, no reside en la decisión inicial, sino en la responsabilidad que conlleva el crecimiento. Al contratar a sus primeros empleados, la perspectiva cambió drásticamente. Ya no se trataba solo de su propio futuro, sino del sustento de familias que confiaban en su visión. Este punto de inflexión marcó un cambio de paradigma en su comprensión del riesgo, no como algo que se evita, sino como una fuerza que evoluciona y se transforma a medida que se avanza.
La innovación, ese motor imparable del progreso, es intrínsecamente incompatible con la ausencia de riesgo. Gates argumenta que no se trata de actuar de forma imprudente, sino de desarrollar la capacidad de evaluar los riesgos, de trazar estrategias que minimicen las consecuencias negativas y maximicen las posibilidades de éxito. El miedo al fracaso, tan presente en nuestra cultura, se convierte en un obstáculo que paraliza la creatividad y limita el potencial humano. Equivocarse no debe ser motivo de vergüenza, sino una oportunidad de aprendizaje, una etapa necesaria en el camino hacia la innovación. Las ideas revolucionarias, insiste Gates, no surgen en terrenos seguros, sino en la frontera de lo desconocido.
Esta visión no es exclusiva de Gates. Líderes tecnológicos como Steve Jobs, con su apuesta audaz por diseños disruptivos y experiencias de usuario innovadoras, demuestran que el riesgo es un ingrediente esencial en la receta del éxito. Jobs, al igual que Gates, desafió las convenciones y transformó la industria, dejando una huella imborrable en la historia de la tecnología.
El mensaje de Gates resuena con especial fuerza en las nuevas generaciones, inmersas en una cultura que a menudo prioriza la perfección y castiga el error. En un mundo hiperconectado, donde cada paso es escrutado y evaluado en las redes sociales, la tendencia a la prudencia extrema puede ser más perjudicial que un error. Para Gates, el riesgo no solo es inherente al espíritu emprendedor, sino también una herramienta fundamental para afrontar los desafíos del futuro, como el desarrollo de la inteligencia artificial. Esperar a que el camino esté completamente despejado, a que desaparezca toda incertidumbre, puede ser, paradójicamente, el mayor riesgo de todos. La clave está en aprender a navegar en la incertidumbre, a calcular los riesgos y a convertirlos en oportunidades para el crecimiento y la innovación.
Fuente: El Heraldo de México