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6 de septiembre de 2025 a las 23:05
El Futuro Incierto del Internet
La frase de Sam Altman, "El internet que conoces ya está muerto", resuena como un eco inquietante en los pasillos digitales. Más allá de la provocación, su declaración nos obliga a reflexionar sobre la esencia misma de la red: ¿es un espacio para la conexión humana o un escenario dominado por algoritmos invisibles? La "teoría de la Internet muerta", relegada durante años a los confines de foros conspiranoicos, adquiere una nueva y perturbadora relevancia. Ya no se trata de una fantasía distópica, sino de una realidad palpable en la que la línea entre lo humano y lo artificial se difumina cada vez más.
Recordemos aquellos primeros años de internet, cuando la interacción se sentía genuina, las conversaciones espontáneas y la información, aunque a veces dispersa, provenía de fuentes identificables. Hoy, nos encontramos navegando en un mar de contenido generado por máquinas, donde los memes automatizados se replican como virus, los comentarios falsos manipulan la opinión pública y las noticias fabricadas se propagan con la velocidad de la luz. Plataformas como X, antes Twitter, luchan una batalla perdida contra la avalancha de bots, mientras que herramientas como ChatGPT, la creación de la propia empresa de Altman, perfeccionan el arte del engaño digital, generando textos, imágenes y perfiles falsos con una precisión escalofriante.
La ironía es palpable. El CEO de OpenAI, la empresa que ha democratizado el acceso a la inteligencia artificial generativa, es quien nos alerta sobre las consecuencias de su propia creación. Altman, al parecer consciente del monstruo que ha ayudado a desatar, nos advierte sobre un futuro digital donde la presencia humana se convierte en una rareza, un vestigio de una era pasada. La proliferación de artículos, publicaciones, reseñas e incluso comentarios generados por IA ha inundado la red, diluyendo la autenticidad de la interacción humana y erosionando la confianza en la información que consumimos.
El problema no radica únicamente en la cantidad de contenido automatizado, sino en la incertidumbre que genera. Si no podemos distinguir entre un ser humano y una máquina, la comunicación se vacía de significado, la interacción pierde su valor y la red se transforma en un espejismo, un simulacro de conexión. Esta deshumanización digital es la verdadera amenaza, el corazón de la teoría de la "Internet muerta" que ahora se materializa ante nuestros ojos.
Ante este panorama desolador, Altman nos ofrece una solución tan controvertida como el problema que pretende resolver: Worldcoin, un proyecto que busca certificar nuestra humanidad a través del escaneo del iris. La propuesta, que en su primera iteración generó un rechazo generalizado, especialmente en Europa, por sus implicaciones para la privacidad, regresa con la promesa de una mayor transparencia y seguridad en el manejo de datos biométricos. Sin embargo, la idea de entregar nuestra información más sensible a cambio de un certificado de autenticidad digital sigue generando inquietud.
Altman nos presenta una paradoja: por un lado, reconoce el papel de la inteligencia artificial en la creación de un internet cada vez más artificial; por otro, nos propone una solución tecnológica que, en su intento por preservar lo humano, roza los límites de la vigilancia y el control. La pregunta sigue abierta: ¿estamos dispuestos a sacrificar nuestra privacidad en el altar de la autenticidad digital? El futuro de internet, y quizás el de nuestra propia humanidad, depende de la respuesta.
Fuente: El Heraldo de México