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6 de septiembre de 2025 a las 05:25

Alejandro Sanz agota Puebla: ¿Y ahora qué?

La noche poblana vibró al ritmo del corazón español. Alejandro Sanz, ese artista que ha tejido un lazo indisoluble con México, regresó a Puebla para una cita inolvidable en el Auditorio GNP Seguros. Ocho mil almas, expectantes, aguardaban la magia de su voz, esa que ha musicalizado tantas historias y emociones. Desde la entrada, el ambiente palpitaba con la anticipación del encuentro. La disposición del recinto, a modo de coliseo, prometía una visión privilegiada, un contacto casi íntimo con el ídolo. A las 21:16 horas, la oscuridad se adueñó del escenario y, al instante, un estallido de gritos femeninos rompió el silencio. “¡Guapo!”, “¡Te amo!”, “¡Cásate conmigo!”, se escuchaba en un coro ensordecedor mientras Alejandro Sanz emergía a la luz, recibiendo la cálida bienvenida de su público mexicano.

Los primeros acordes de "Desde cuando" desataron la euforia contenida. Un rugido colectivo, una explosión de energía que inundó cada rincón del auditorio. La música fluía, tejiendo una atmósfera mágica, y el viaje musical continuó con "Capitán Tapón", "La música no se toca" y "Por bandera". Cada canción, una pincelada maestra en el lienzo de la noche, acompañada por un espectáculo visual de vanguardia, creado con inteligencia artificial, que realzaba la potencia de la música y la energía desbordante de los músicos.

El aroma de su último álbum, “¿Y ahora qué?”, se esparció por el auditorio con la interpretación de "Bésame", esa melodía compartida con la inigualable Shakira. El romanticismo se adueñó del ambiente con "El vino de tu boca" y la melancolía resonó con "Hoy no me siento bien", en colaboración con Grupo Frontera. No podían faltar, por supuesto, esos himnos que han trascendido generaciones: "Amiga mía", ese canto a la amistad incondicional; "Deja que te bese", la vibrante colaboración con Marc Anthony; la intimidad de "Cuando nadie me ve" y la fuerza desgarradora de "El alma al aire". Cada canción, un recuerdo, una historia, una emoción compartida entre el artista y su público.

Antes de la recta final, un momento de conexión profunda. Alejandro Sanz, con la humildad que lo caracteriza, se dirigió a los poblanos: "Terminamos la gira pasada en Puebla y ahora la empezamos aquí. Gracias por esta noche. Dios me los bendiga". Palabras sinceras que resonaron en el corazón de los presentes. Y llegó el momento mágico, el instante en que el masivo concierto se transformó en una íntima bohemia. Con "Y, ¿si fuera ella?", los músicos se reunieron en el centro del escenario, rodeando a Alejandro, con la simple compañía de cajones flamencos, guitarras y sus voces. Un momento de pura conexión, de música en su estado más esencial.

Sanz demostró un dominio absoluto del escenario, una conexión única con su público. Con un simple gesto, con una mirada, lograba que la audiencia se pusiera de pie, que levantara las manos, que respondiera a sus preguntas. Una comunión perfecta, una simbiosis entre artista y público. Hasta el más mínimo detalle, como el gesto de bajarse ligeramente las gafas de sol, desataba la euforia de Puebla.

El punto culminante de la noche llegó con "Corazón partío", ese himno que ha resonado en miles de corazones rotos. El Auditorio GNP vibró con la fuerza de la canción, en una versión explosiva estilo DJ set. Casi dos horas de concierto que desmintieron cualquier crítica pasada. Alejandro Sanz, a sus 56 años, demostró que su talento y su pasión siguen intactos, que su música sigue viva y que tiene mucho que ofrecer sobre el escenario. Una noche para recordar, una noche en la que Puebla se rindió a los pies del maestro, una noche en la que la música unió corazones.

Fuente: El Heraldo de México