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5 de septiembre de 2025 a las 09:10

Sheinbaum vs AMLO: ¿Ruptura inminente?

La nueva era de cooperación entre México y Estados Unidos en materia de seguridad marca un cambio radical respecto a la administración anterior. La reciente reunión entre Marco Rubio y Claudia Sheinbaum simboliza este giro, contrastando fuertemente con la tensa relación que caracterizó el periodo de López Obrador. Mientras que la desconfianza y los desencuentros eran la norma, ahora se respira un aire de colaboración y trabajo conjunto para afrontar los desafíos compartidos, principalmente el narcotráfico.

Este cambio de paradigma no se limita a la retórica diplomática. Se traduce en acciones concretas y resultados palpables. La extradición de 55 narcotraficantes mexicanos a Estados Unidos, el desmantelamiento de cientos de laboratorios de fentanilo –cuya existencia se negaba en el sexenio pasado–, la desarticulación de bandas dedicadas al huachicol y los decomisos históricos de drogas y armas son ejemplos innegables de una cooperación sin precedentes. Incluso, la asistencia de Estados Unidos con drones para tareas de inteligencia en territorio mexicano ilustra la profundidad de esta nueva alianza.

Es innegable que esta colaboración estrecha incomoda a ciertos sectores, particularmente a aquellos narcopolíticos que se beneficiaron de la laxitud y la complicidad del pasado. Aquellos que se aliaron con el crimen organizado, que se convirtieron en cómplices o incluso en líderes de cárteles, ahora se enfrentan a un escenario donde la justicia y la rendición de cuentas se vislumbran en el horizonte. La coordinación entre México y Estados Unidos amenaza sus intereses y expone sus oscuros manejos.

Si bien las declaraciones oficiales destacan el respeto a la soberanía y la integridad territorial, la realidad es que la cooperación implica acciones contundentes. La destrucción de una lancha con un misil en el Caribe y la mención de testimonios de presos que aportan información crucial, revelan una faceta más enérgica de esta colaboración. Más allá de las palabras, se espera que esta “extraordinaria relación”, como la califican algunos, se materialice en la desarticulación de las redes criminales y, crucialmente, en la exposición y castigo de los narcopolíticos que las protegen.

Sin embargo, es fundamental mantener una mirada crítica y analizar los matices de esta nueva dinámica. La cooperación no debe ser sinónimo de subordinación, y es esencial que México mantenga su autonomía en la toma de decisiones. El éxito de esta alianza se medirá no solo por la cantidad de decomisos o extradiciones, sino por la capacidad de desmantelar las estructuras de poder del narcotráfico y de llevar ante la justicia a todos los responsables, incluyendo a aquellos que operan desde las esferas del poder político. De lo contrario, el optimismo actual podría desvanecerse y la realidad, con toda su crudeza, terminaría por imponerse. El tiempo dirá si esta nueva era de cooperación es verdaderamente un punto de inflexión en la lucha contra el crimen organizado o si se queda en meros discursos y gestos simbólicos.

Fuente: El Heraldo de México