Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Geopolítica

5 de septiembre de 2025 a las 09:30

Nuevo orden mundial: ¿Alianzas peligrosas?

En un mundo cada vez más fragmentado, la reciente reunión entre Xi Jinping, Vladimir Putin y Kim Jong-un resuena como un eco sísmico, anunciando un cambio tectónico en el equilibrio global de poder. Lejos de ser un simple encuentro protocolario, esta imagen de los tres líderes autoritarios juntos es un manifiesto, una declaración de intenciones que desafía el orden internacional establecido y que Occidente, a menudo ensimismado, no puede permitirse ignorar.

China, con Xi Jinping a la cabeza, emerge como el arquitecto de esta nueva realidad. Su visión de un mundo multipolar, donde el poder no reside exclusivamente en Occidente, se materializa en alianzas estratégicas con Rusia y Corea del Norte. Para Pekín, estos países no son meros socios, sino piezas clave en su juego geopolítico, fichas que utiliza para contrarrestar la influencia estadounidense y reescribir las reglas del comercio, la seguridad y la tecnología global.

Para Vladimir Putin, atrapado en la espiral de la guerra en Ucrania y asfixiado por las sanciones internacionales, la alianza con China y Corea del Norte es un salvavidas. La imagen de unidad proyecta una fortaleza que enmascara la creciente dependencia de Rusia hacia sus aliados. Moscú se presenta como un bastión de resistencia contra la hegemonía occidental, pero la realidad es que su supervivencia económica y militar depende cada vez más del apoyo chino y norcoreano. El Kremlin juega una partida arriesgada, apostando a una alianza que podría fortalecerlo o, paradójicamente, convertirlo en un satélite de Pekín.

Kim Jong-un, el enigmático líder norcoreano, encuentra en esta alianza una oportunidad para escapar del aislamiento internacional. Su régimen, habitualmente relegado a la periferia de la geopolítica, se convierte en un actor relevante, un proveedor de armas para Rusia y una herramienta de presión para China en su rivalidad con Estados Unidos. Sin embargo, este protagonismo tiene un precio: la consolidación de la imagen de Corea del Norte como una amenaza nuclear, lo que a su vez perpetúa su aislamiento.

La convergencia de estos tres regímenes autoritarios no es una mera coincidencia, sino un síntoma de una transformación profunda del panorama internacional. Estamos presenciando el surgimiento de un bloque que desafía abiertamente el sistema multilateral y la arquitectura de seguridad post-Guerra Fría. Este nuevo eje de poder no busca integrarse en el orden existente, sino transformarlo, creando un espacio donde las normas se negocian, los recursos se intercambian y la supervivencia se prioriza por encima de la cooperación internacional.

Occidente se encuentra ante un dilema crucial. Subestimar esta alianza, considerándola una simple convergencia oportunista, sería un error estratégico de graves consecuencias. Por otro lado, una respuesta agresiva, basada en la contención y el aislamiento, podría alimentar la narrativa de “asedio” que estos regímenes utilizan para legitimar su autoritarismo. El desafío para Estados Unidos y Europa es encontrar un equilibrio, una estrategia que permita contrarrestar la influencia de este nuevo bloque sin exacerbar las tensiones y sin caer en la trampa de la confrontación directa.

La pregunta clave ya no es si Occidente puede aislar a estos regímenes, sino si tiene la capacidad y la voluntad política para construir un orden internacional más atractivo, un orden que ofrezca alternativas viables a la alianza de los autoritarios. El futuro del mundo depende de la respuesta a esta pregunta.

Fuente: El Heraldo de México