
5 de septiembre de 2025 a las 04:00
Lágrimas de campeón: Messi se despide de Argentina.
La noche del 4 de septiembre se grabó a fuego en la memoria de todos los argentinos. Un Monumental a reventar, una atmósfera cargada de emoción y un nombre resonando en cada rincón: Lionel Messi. No era un partido más, era el último baile del capitán en casa, el adiós a una era dorada de la selección argentina en suelo propio. Un capítulo final de eliminatorias mundialistas escrito con la tinta indeleble de la nostalgia.
La ovación ensordecedora que recibió Messi al pisar el césped lo dijo todo. No eran solo aplausos, era el reconocimiento a una trayectoria impecable, a un talento que deslumbró al mundo entero. Era el agradecimiento a quien llevó la bandera albiceleste a lo más alto, culminando con la anhelada Copa del Mundo en Qatar. El eco de aquel triunfo resonaba aún en el Monumental, mezclado con la melancolía de saber que este era el último acto de una obra maestra.
El rostro de Messi, habitualmente sereno, no pudo ocultar la emoción. Lágrimas que reflejaban el peso de la historia, la intensidad de un vínculo inquebrantable con la camiseta y con su gente. No eran lágrimas de tristeza, sino de una alegría profunda, del orgullo de haberlo dado todo, de haber cumplido un sueño colectivo. Un sueño que comenzó en 2004, cuando un joven Messi debutaba con la albiceleste, lleno de ilusiones y con un futuro brillante por delante.
Aquel joven se convirtió en leyenda, en el capitán que guió a Argentina a la gloria después de años de espera. Desde Alemania 2006 hasta Qatar 2022, Messi recorrió un camino lleno de desafíos, de momentos agridulces, de una perseverancia inquebrantable que lo llevó a alcanzar la cima del fútbol mundial. Y en ese último partido en casa, en ese Monumental vibrante, se cerraba el círculo.
El partido contra Venezuela, en sí mismo, quedó en segundo plano. El resultado era anecdótico. Lo importante era la despedida, el homenaje a un ídolo que trascendió el deporte para convertirse en un símbolo de la pasión argentina. Cada toque de balón, cada gambeta, cada mirada al público eran una pincelada más en el lienzo de una carrera excepcional.
La incertidumbre sobre el futuro, sobre la posibilidad de un último Mundial en 2026, añade aún más emotividad a este adiós. ¿Será el punto final de una historia legendaria? Solo el tiempo lo dirá. Pero lo que es seguro es que la imagen de Messi con la camiseta albiceleste, emocionado hasta las lágrimas en el Monumental, quedará grabada para siempre en la retina de los aficionados. Un recuerdo imborrable que se transmitirá de generación en generación, como testimonio de la grandeza de un futbolista único. Un futbolista que, con su talento y su humildad, conquistó el corazón de un país y del mundo entero.
Fuente: El Heraldo de México