
5 de septiembre de 2025 a las 09:30
Digitaliza tus documentos: ¡Dile adiós al papel!
La incertidumbre se cierne como una densa niebla sobre el supuesto acuerdo de seguridad entre México y Estados Unidos. Semanas de especulación, de aparentes avances y de inminentes firmas, se han desvanecido como espejismos en el desierto. La visita del Secretario de Estado, Marco Rubio, a la Ciudad de México, lejos de disipar las dudas, ha sembrado aún más confusión. Un supuesto pacto, una cooperación sin nombre, un programa fantasma… palabras vacías que rebotan en los oídos sin encontrar eco en la realidad. La evasiva danza verbal del Canciller y del propio Rubio ante la pregunta clave – ¿se firmó o no se firmó? – habla por sí sola. No hay documento, no hay acuerdo, no hay, al menos por ahora, un compromiso tangible que dé forma a la lucha conjunta contra el crimen organizado.
Y es que, con la administración Trump, la imprevisibilidad se ha convertido en norma. El presidente estadounidense, como un maestro del caos, se mueve entre impulsos y arrebatos, haciendo de la volatilidad su sello distintivo. ¿Para qué atarse a un acuerdo, a un compromiso escrito, si la coyuntura, el humor, o un simple capricho pueden cambiar el rumbo de las decisiones en un instante? Ante semejante escenario, México se encuentra en una posición, por decirlo suavemente, complicada. La asimetría en la relación bilateral, la dependencia económica, la desventaja militar… nos obligan a una paciencia casi estoica, a un “hacer de tripas corazón” que se ha vuelto, lamentablemente, costumbre.
Ante esta realidad, surge la pregunta: ¿qué podemos hacer? ¿Estamos condenados a la inacción, a la resignación pasiva? La respuesta, aunque compleja, no es del todo desalentadora. Existe una vía, una estrategia que, si bien no ofrece soluciones mágicas, sí podría fortalecer nuestra posición y equilibrar, al menos en parte, la balanza: la construcción de alianzas estratégicas dentro de la sociedad estadounidense. Tejer una red de organizaciones civiles, legisladores demócratas, grupos de apoyo a migrantes, empresarios opuestos a la retórica y las políticas de Trump… en definitiva, crear un contrapeso que amplifique la voz de México y dé mayor peso a nuestras demandas.
Esta tarea, sin embargo, parece estar relegada, casi olvidada. La falta de confianza en su eficacia, la comodidad de lo conocido, la resistencia al cambio… son obstáculos que impiden explorar nuevas avenidas. Y mientras tanto, el problema de la inseguridad, agravado por la fallida estrategia de “abrazos, no balazos”, sigue creciendo como una mala hierba, asfixiando la esperanza y minando la confianza en las instituciones.
La entrega de presuntos criminales sin el debido proceso, la captura de capos sin explicación alguna a las autoridades mexicanas, los oscuros convenios para obtener información de “testigos protegidos”… son síntomas de nuestra vulnerabilidad, de nuestra casi total indefensión. Los “papelitos”, como dice la sabiduría popular, no hablan. Y en este silencio de los acuerdos incumplidos, en la opacidad de las negociaciones secretas, se esconde una verdad incómoda: la necesidad urgente de repensar nuestra estrategia, de buscar nuevos caminos y de construir, con inteligencia y perseverancia, un futuro más seguro y soberano. El tiempo apremia, y aunque nunca es tarde para rectificar, la demora tiene un costo que, tarde o temprano, tendremos que pagar.
Fuente: El Heraldo de México