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5 de septiembre de 2025 a las 23:45
Castración canina: ¿Es la mejor opción?
La castración canina, un tema que genera debate y despierta interrogantes en muchos dueños responsables. Si bien es un procedimiento común en la medicina veterinaria, es crucial comprender que no se trata de una decisión trivial, sino de una intervención quirúrgica con implicaciones a largo plazo en la salud y el comportamiento de nuestras mascotas. Más allá del control reproductivo, la castración, que consiste en la extirpación de los testículos en machos y ovarios en hembras, ofrece beneficios en la prevención de enfermedades como tumores testiculares, prostáticos y cáncer de mama, además de reducir el riesgo de infecciones uterinas como la piometra, una condición potencialmente mortal. Eliminar la posibilidad de camadas no deseadas también contribuye a la lucha contra el sobrepoblación y el abandono animal, un problema de gran magnitud en nuestra sociedad.
Sin embargo, la castración no es una panacea, y no está exenta de riesgos. Al igual que cualquier procedimiento quirúrgico, conlleva la administración de anestesia general, lo que implica riesgos inherentes. Además, pueden presentarse complicaciones postoperatorias, desde infecciones hasta reacciones adversas a la medicación. A largo plazo, se han observado cambios en el metabolismo que pueden predisponer a la obesidad, así como un ligero incremento en el riesgo de ciertos tipos de cáncer, como el hemangiosarcoma y el osteosarcoma. En las hembras, la incontinencia urinaria puede surgir como una complicación a considerar.
Es fundamental destacar que la castración no es una solución mágica para problemas de comportamiento. Si bien la reducción de testosterona en los machos puede atenuar conductas como la monta excesiva, el marcaje territorial o la agresividad ligada al celo, en perros con problemas de ansiedad, miedo o reactividad, la castración puede, paradójicamente, agravar estos comportamientos. En estos casos, es esencial buscar la guía de un etólogo o especialista en comportamiento canino antes de tomar cualquier decisión. Un profesional podrá evaluar las causas subyacentes del problema y diseñar un plan de modificación de conducta adecuado.
La decisión de castrar a nuestra mascota debe ser individualizada y basada en una evaluación exhaustiva que considere la edad, la raza, el estado de salud general y, por supuesto, el temperamento del animal. Un perro miedoso o ansioso puede reaccionar de forma negativa a la castración, mientras que un perro con un carácter equilibrado y sociable podría beneficiarse de la intervención. Es imprescindible consultar con nuestro veterinario de confianza, quien podrá realizar un examen completo para descartar cualquier contraindicación y nos aconsejará sobre el momento más adecuado para llevar a cabo el procedimiento, minimizando así los riesgos.
Si bien la castración quirúrgica es la opción más común, existen alternativas para el control reproductivo, como la vasectomía en machos y la ligadura de trompas en hembras. Estos procedimientos impiden la reproducción sin interferir en la producción hormonal, preservando así el comportamiento sexual del animal. También existe la castración química, una opción reversible que inhibe la fertilidad mediante implantes o medicamentos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas alternativas pueden tener efectos secundarios y no siempre son efectivas a largo plazo. La consulta con un veterinario es crucial para determinar cuál es la opción más adecuada para cada caso particular. Recordemos que la salud y el bienestar de nuestras mascotas dependen de nuestras decisiones informadas y responsables.
Fuente: El Heraldo de México