Un año. Tan solo 365 días han bastado para presenciar una transformación profunda en el panorama nacional. Con la mirada del mundo puesta en México, no por crisis o conflictos, sino por un progreso inaudito en la reducción de la pobreza y una firme postura en temas internacionales como los aranceles, la Presidenta Claudia Sheinbaum ha consolidado un liderazgo indiscutible. 36 millones de votos la llevaron a la silla presidencial, marcando un hito histórico, y hoy, su primer informe de gobierno no se centra en la retórica vacía, sino en la contundencia de los resultados. Un 70% de aprobación. Una cifra que resuena con fuerza, que habla de la confianza depositada en una líder que ha sabido responder a las necesidades del pueblo. No se trata de un simple informe, sino de un ejercicio de transparencia, una rendición de cuentas que contrasta radicalmente con la opacidad de gobiernos anteriores. Recordemos los primeros años de Peña Nieto, Fox, Calderón, incluso Zedillo. Ninguno alcanzó la aceptación que hoy ostenta la Presidenta Sheinbaum. Este respaldo popular no es casualidad, sino el fruto de un trabajo constante, de una visión clara y de la firme convicción de gobernar para la gente.

México se alza como un referente en la región. Justicia social y crecimiento económico van de la mano, impulsados por una administración que ha sabido aprovechar las oportunidades y sortear los desafíos. El discurso de la Presidenta, sobrio y sin asomo de autocomplacencia, refleja la solidez de un país que avanza con paso firme. El desempleo en mínimos históricos a nivel global es una prueba irrefutable del éxito de las políticas implementadas. Como legislador, me enorgullece haber sido testigo y partícipe de la aprobación de 19 reformas constitucionales que han reconfigurado el Estado mexicano. La recuperación de Pemex y CFE como empresas públicas, la protección de nuestra soberanía frente a injerencias extranjeras, el reconocimiento del derecho a la vivienda, la garantía de los programas sociales, la eliminación de organismos autónomos que favorecían intereses privados… Cada una de estas reformas representa un paso hacia un país más justo, más equitativo y más soberano. La energía, el trabajo, la justicia social: dejan de ser conceptos abstractos para convertirse en derechos tangibles, garantizados por el poder público.

A nivel internacional, la percepción de México ha dado un giro radical. Hemos dejado atrás la periferia para convertirnos en un actor principal, con voz propia y capacidad de influir en las decisiones globales. Este nuevo estatus no es producto de la improvisación, sino de una estrategia cuidadosamente diseñada por la administración de Claudia Sheinbaum, quien ha sabido traducir las reformas internas en reconocimiento externo. El legado del expresidente Andrés Manuel López Obrador se fortalece y se amplía, configurando un proyecto de nación sólido, enfocado en la construcción de una República próspera, democrática y soberana.

El discurso de la Presidenta en Palacio Nacional no solo resume los logros alcanzados, sino que proyecta un futuro esperanzador. Un futuro en el que las reformas se traducen en beneficios concretos para los más necesitados, un futuro en el que México continúa su camino hacia la grandeza. La decisión del pueblo fue acertada: Claudia Sheinbaum, una mujer capaz y comprometida, seguirá trabajando incansablemente para construir un mejor futuro para todas y todos los mexicanos.