
4 de septiembre de 2025 a las 22:25
Madre y niños, víctimas de choque en la Doctores
En el laberinto urbano de la Ciudad de México, donde el asfalto vibra con el ritmo frenético del tránsito, una historia de imprudencia y dolor se tejió en la intersección del Eje 3 Sur y Eje Central, en la colonia Doctores. Una madre, con la noble misión de llevar a sus hijos a la escuela, vio su rutina matutina transformada en una pesadilla cuando un automovilista, ajeno a la responsabilidad que conlleva el volante, impactó su motocicleta. La imagen de la mujer, visiblemente lesionada, protegiendo a sus pequeños en medio del caos, es un crudo recordatorio de la fragilidad de la vida en las calles capitalinas.
Este incidente, lamentablemente, no es un caso aislado. Forma parte de una estadística alarmante que refleja el incremento del 6% en accidentes viales durante el 2024 en comparación con el año anterior. 35,527 personas, una cifra que nos golpea con la crudeza de la realidad, sufrieron las consecuencias de la imprudencia al volante, ya sea como peatones o conductores. Detrás de cada número, hay una historia de dolor, de familias afectadas, de vidas interrumpidas.
Más allá del daño físico, que sin duda deja cicatrices profundas, se encuentra la herida invisible de la irresponsabilidad. El conductor, tras el impacto, optó por la cobardía, por la evasión. Huyó del lugar del accidente, abandonando a la madre y a sus hijos a su suerte, sin prestarles auxilio, sin asumir las consecuencias de sus actos. Este acto, más allá de una infracción de tránsito, representa una falla moral, una ruptura del pacto social que nos une como ciudadanos.
Afortunadamente, la tecnología se alza como un aliado en la búsqueda de justicia. Los vigilantes silenciosos del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la CDMX, a través de las cámaras de seguridad, se han convertido en testigos clave de este incidente. Sus "ojos electrónicos" escudriñan cada detalle, cada movimiento, para dar con el responsable y que enfrente las consecuencias de sus actos.
La ley, en este caso, es clara y contundente. El delito de lesiones, tipificado en los artículos 288 y 299 del Código Penal local, se cierne sobre el conductor fugitivo. No se trata solo de una sanción económica, sino de la reparación del daño causado, tanto físico como emocional. Es un llamado a la conciencia, un recordatorio de que cada decisión al volante tiene consecuencias, y que la responsabilidad no puede ser evadida.
Este incidente nos invita a reflexionar sobre la importancia de la educación vial, de la empatía en el tránsito, del respeto a la vida. No podemos permitir que las calles de nuestra ciudad se conviertan en un escenario de tragedia. Es necesario fomentar una cultura vial basada en la responsabilidad, en la prudencia, en la conciencia de que cada vida es invaluable. La seguridad vial no es un privilegio, es un derecho, y todos tenemos la responsabilidad de construirla día a día.
Fuente: El Heraldo de México