La indignación recorre Brasil tras la difusión de un perturbador video que muestra la brutal agresión de una madre de 22 años contra su propia hija de tan solo dos. Las imágenes, grabadas con una cámara oculta por el padre de la pequeña en su domicilio ubicado en el barrio de Lindéia, en Belo Horizonte, han conmocionado a la opinión pública y desatado un intenso debate sobre la violencia doméstica y la necesidad de fortalecer los mecanismos de protección a la infancia.

El video, que se ha viralizado en redes sociales, muestra a la mujer asfixiando a la niña contra un colchón, propinándole bofetadas y patadas. La crudeza de las escenas ha generado una ola de repudio y ha puesto en el ojo del huracán a los Servicios de Protección Infantil de Barreiro, quienes, según el testimonio del padre, ignoraron una denuncia previa por una fractura de fémur que sufrió la menor hace un año, alegando falta de pruebas. Esta revelación ha avivado la polémica y ha suscitado interrogantes sobre la eficacia de los protocolos de actuación ante posibles casos de maltrato infantil.

El padre de la niña, un hombre de 38 años, relató que instaló la cámara oculta tras sospechar que su hija era víctima de violencia física. El domingo 31 de agosto, sus peores temores se confirmaron al presenciar, a través del dispositivo de grabación, la agresión perpetrada por su pareja. Según su testimonio, al escuchar el llanto desconsolado de la pequeña, irrumpió en la habitación, detuvo la agresión y de inmediato contactó a las autoridades.

La madre fue detenida y trasladada a una comisaría, donde, según fuentes policiales, confesó los hechos. En su declaración, argumentó haber actuado bajo una intensa presión emocional derivada del cuidado de sus gemelos y de la falta de apoyo por parte de su pareja. Alegó que este solo colaboraba en las tareas del hogar si ella accedía a mantener relaciones sexuales, lo cual, sumado a la carga de responsabilidades, la habría llevado a perder el control y a cometer el acto de violencia contra su hija. Esta justificación, sin embargo, ha sido recibida con escepticismo y rechazo por parte de la sociedad, que exige justicia para la pequeña víctima.

El caso ha reabierto el debate sobre la vulnerabilidad de los menores ante la violencia doméstica y la necesidad de implementar medidas más efectivas para prevenir y erradicar este tipo de situaciones. Expertos en psicología infantil han advertido sobre las graves consecuencias que el maltrato físico y psicológico puede tener en el desarrollo emocional y cognitivo de los niños, y han instado a las autoridades a reforzar los programas de apoyo a las familias y a promover una cultura de respeto y protección a la infancia. La investigación por parte de la Policía Civil continúa, y se espera que el caso sirva como precedente para impulsar cambios significativos en las políticas públicas de protección infantil en Brasil. Mientras tanto, la sociedad permanece expectante, exigiendo justicia para la pequeña de dos años y un futuro libre de violencia para todos los niños.