Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Política

4 de septiembre de 2025 a las 09:15

Legado y Futuro: 1er Informe

La transformación del Informe Presidencial, de un ritual casi monárquico a un acto republicano, refleja la evolución, aunque a veces titubeante, de nuestro sistema político. Recordamos con nostalgia, quizás con cierta ironía, aquellos tiempos en que el 1 de septiembre era el "día del presidente". La nación contenía la respiración ante las promesas y los anuncios del mandatario, escudriñando cada palabra en busca de pistas sobre el futuro del país. El quinto informe, en particular, se convertía en una verdadera cacería del "tapado", ese sucesor designado desde las sombras del poder. Era un juego político fascinante, aunque profundamente antidemocrático.

El episodio de 2006, con Vicente Fox impedido de acceder al Congreso, marcó un punto de inflexión. La imagen del presidente entregando el informe en la puerta de San Lázaro, como un mensajero rechazado, simbolizó el inicio del fin de esa era presidencialista. Se acabaron los desfiles triunfalistas, el besamanos en Palacio Nacional, la genuflexión de la clase política. El presidente, al fin, rendía cuentas.

Sin embargo, la transición democrática no es un camino lineal. Este año, el cambio de estafeta en la presidencia de la Cámara de Diputados, con la momentánea resistencia de Morena a ceder el puesto al PAN, nos recordó los fantasmas del pasado. Ese breve episodio, aparentemente menor, revela la fragilidad de nuestras instituciones y la tentación de manipular las reglas del juego en beneficio propio. ¿Fue una simple torpeza, una instrucción desde las altas esferas, o una muestra de las divisiones internas de Morena? La respuesta, aún sin conocerse del todo, deja un sabor amargo.

Más allá de las anécdotas políticas, el verdadero desafío reside en la sustancia del informe. Las reformas anunciadas, los logros presumidos, deben contrastarse con la realidad que viven los mexicanos. La corrupción persistente, la inseguridad galopante, el abandono de las clases medias, son problemas que no se resuelven con discursos. La credibilidad del gobierno se construye con hechos, no con palabras.

La celebración de los nuevos ministros de la Suprema Corte en un restaurante de lujo, después de un día de solemnes rituales, resulta una anécdota irrelevante en comparación con la enorme responsabilidad que asumen. Lo que realmente importa son sus futuras sentencias, la independencia de sus decisiones, la solidez de sus argumentos jurídicos. De ellos depende, en gran medida, el futuro del Estado de Derecho en nuestro país.

En definitiva, estamos ante una nueva era política, con sus luces y sus sombras. Las viejas prácticas del autoritarismo aún se asoman, como espectros del pasado, recordándonos que la democracia es una conquista que debemos defender día a día. La retórica optimista del informe presidencial debe contrastarse con la realidad tangible, con las experiencias cotidianas de los ciudadanos. Sólo así podremos construir un país más justo, más equitativo, y verdaderamente democrático. El camino es largo y complejo, pero no podemos darnos el lujo de retroceder.

Fuente: El Heraldo de México