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4 de septiembre de 2025 a las 06:55
¡Flor Amargo vs. Autoridades! ¿Le roban su música?
La escena, casi surrealista, se pintó con los colores vibrantes de la música de Flor Amargo y la grisácea amenaza de la autoridad. Un quiosco, testigo silencioso de innumerables historias citadinas, se convirtió en el escenario de un nuevo capítulo en la lucha de la artista por democratizar la cultura. La melodía, que momentos antes unía a vecinos, transeúntes y aficionados en un improvisado recital gratuito, se vio interrumpida abruptamente por la presencia de elementos de seguridad. La imagen de estos agentes, acercándose con la intención de confiscar los instrumentos de Flor Amargo, resonó con la crudeza de una realidad que a menudo intenta silenciar las expresiones artísticas en el espacio público.
La indignación de la artista, palpable en cada palabra transmitida en vivo a través de su cuenta de Facebook, resonó con la fuerza de quien defiende un derecho fundamental. "Se quieren llevar mis cosas, tienen una orden para llevarse mis cosas y esto es represión porque es un derecho la cultura", exclamó, su voz cargada de la frustración de quien ve amenazada su pasión. Sus palabras, un grito de resistencia en medio del bullicio urbano, recordaron la importancia del acceso a la cultura para todos, especialmente para aquellos que no pueden permitirse el lujo de un concierto. "Hay personas que no tienen acceso a un concierto", insistió, poniendo en evidencia la brecha que separa a muchos del disfrute del arte.
La lluvia, que comenzó a caer como un telón de fondo dramático, no apagó el fuego de la música ni la determinación de la artista. La solidaridad ciudadana se manifestó con una fuerza conmovedora: vecinos y transeúntes formaron un escudo humano alrededor de Flor Amargo, protegiéndola de la inminente confiscación. La escena, cargada de simbolismo, representó la unión de la comunidad en defensa del arte y la cultura. "Si se llevan el arte y la cultura que me lleven a mí también", declaró con valentía, convirtiendo su propia persona en un símbolo de la resistencia.
La mención de la vendedora ambulante, testigo silenciosa del concierto improvisado, humanizó aún más la lucha de Flor Amargo. Su música, ofrecida gratuitamente en el corazón de la ciudad, se convirtió en un acto de rebeldía contra la exclusión y la mercantilización del arte. “Estas presentaciones inéditas y espontáneas es algo que está queriendo ser reprimido, trajeron a la policía”, denunció, señalando la aparente intención de las autoridades de controlar y limitar las expresiones artísticas en el espacio público.
La tensión del momento, capturada en la transmisión en vivo, dejó al descubierto la fragilidad del arte frente al poder. A pesar de la "advertencia oral" de los oficiales, la amenaza de un futuro escrito de confiscación se cernía como una espada de Damocles sobre la libertad creativa de la artista. El eco de incidentes pasados, como la confiscación de sus instrumentos en Guadalajara en 2020, reforzó la percepción de una persecución sistemática contra su forma de expresión artística. "No puedo permitir que el arte sea un delito, que el arte sea perseguido porque el arte es humanidad […] Es un derecho constitucional", proclamó, elevando su voz en defensa no solo de su propia música, sino del derecho de todos a disfrutar y crear arte libremente. La pregunta que queda flotando en el aire es: ¿hasta cuándo se seguirá criminalizando la cultura en las calles? ¿Hasta cuándo se intentará silenciar la voz de artistas como Flor Amargo, que buscan llevar la música a todos los rincones de la ciudad?
Fuente: El Heraldo de México