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4 de septiembre de 2025 a las 09:10
Encuentro inesperado: Papa y ateo
La improbable travesía de Javier Cercas, un reconocido ateo y anticlerical, hacia las estepas de Mongolia junto al Papa Francisco, resulta en una fascinante exploración de la fe en el contexto de un mundo cada vez más secularizado. El viaje, que en principio parece una paradoja, se convierte en el catalizador de una profunda introspección, no solo para el autor, sino también para el lector. Cercas, con su característico escepticismo, se adentra en un territorio desconocido, no solo geográficamente, sino también espiritualmente. La invitación del Vaticano, casi una provocación al intelecto del escritor, es aceptada con una condición profundamente personal: la de plantearle al Papa Francisco la eterna pregunta sobre la resurrección de los cuerpos, una inquietud heredada de su madre, católica devota. Este detalle, aparentemente trivial, revela la verdadera motivación del viaje: la búsqueda de respuestas, o al menos, la formulación de las preguntas correctas.
La estructura del libro, dividida en tres partes –antes, durante y después del viaje–, permite un acercamiento gradual a la complejidad del tema. Las conversaciones previas con cardenales, jesuitas y periodistas vaticanos ofrecen una visión panorámica del pontificado de Francisco, con sus luces y sombras, sus reformas y las resistencias que encuentra dentro de la propia Curia. Se dibuja así un retrato multifacético del Papa, un líder espiritual que intenta conciliar la tradición con las demandas de un mundo en constante cambio.
La experiencia en Mongolia, un país con una mínima comunidad católica, se convierte en el núcleo narrativo del libro. El encuentro con los "locos de Dios", misioneros que dedican su vida a los marginados en condiciones extremas, representa la encarnación de una Iglesia humilde y comprometida, lejos de los oropeles y las controversias del Vaticano. Es en este contexto, en la periferia del mundo, donde la fe se muestra en su estado más puro, despojada de dogmas y rituales. Cercas, el observador externo, se ve confrontado con la realidad de una fe vivida, una fe que se traduce en acciones concretas, en la entrega a los demás.
El regreso del viaje marca el inicio de una reflexión más profunda sobre la institución eclesiástica, sus contradicciones, su potencial para el bien y su pesada carga histórica de abusos y burocracia. Cercas, fiel a su estilo, no elude las preguntas incómodas, cuestiona los dogmas, se burla de lo que considera absurdo, pero al mismo tiempo se deja conmover por la sinceridad y la dedicación de aquellos que encuentra en su camino. Su mirada, aunque escéptica, no es cínica. Hay una genuina búsqueda de comprensión, un intento de acercarse a un mundo que le es ajeno, pero que le interpela.
La narrativa de Cercas, directa y conversacional, transforma las entrevistas en diálogos vibrantes, capturando la esencia de cada personaje. La voz de su madre, presente a lo largo del libro, representa la fe sencilla y profunda del creyente común, en contraste con la sofisticación teológica de los jerarcas vaticanos. Esta polifonía de voces enriquece el relato y le otorga una dimensión humana que trasciende el mero análisis intelectual.
"El loco de Dios en el fin del mundo" no es una obra menor, ni un simple encargo. Es una exploración literaria de lo sagrado, una interrogación sobre el sentido de la fe en un mundo que parece haberla perdido. Cercas no ofrece respuestas definitivas, sino preguntas incisivas que resuenan en el lector, creyente o no. ¿Qué significa creer hoy? ¿Qué significa morir? ¿Cuál es el lugar de la misericordia en un mundo dominado por el poder? Estas son algunas de las preguntas que el libro plantea, invitando a una reflexión profunda sobre la condición humana.
La obra se inscribe en la tradición de la literatura de viajes como herramienta de autodescubrimiento. Al igual que Montaigne, Chatwin o Kapuscinski, Cercas utiliza el viaje como un espejo para observarse a sí mismo, para confrontar sus propias certezas e incertidumbres. El viaje a Mongolia se convierte en un viaje interior, una búsqueda de sentido en un mundo aparentemente absurdo.
En un panorama literario dominado por la autoficción y las crónicas inmediatas, Cercas recupera la esencia del viaje literario: la búsqueda de la verdad a través de la experiencia, la interrogación del sentido de la vida y la muerte. "El loco de Dios en el fin del mundo" es una obra singular, un testimonio de la capacidad de la literatura para abordar las grandes preguntas de la humanidad.
Fuente: El Heraldo de México