La tranquilidad de la Del Valle, un oasis de aparente seguridad en la vorágine citadina, se ha visto resquebrajada. La imagen de dos individuos a bordo de una motocicleta verde con negro, asaltando a cuatro transeúntes a plena luz del día, ha resonado con fuerza en la conciencia colectiva, amplificada por la viralización del video en redes sociales. No se trata solo del robo en sí, sino de la vulneración de una percepción, la ruptura de la burbuja que por 19 trimestres consecutivos, según la ENSU, había colocado a la Benito Juárez en el pedestal de la alcaldía más segura de la capital.

Este incidente, ocurrido frente al número 828 de la calle Providencia, nos obliga a cuestionarnos la fragilidad de esa seguridad percibida. ¿Es acaso una ilusión estadística? ¿Un espejismo construido sobre la base de la comparación con otras zonas de mayor incidencia delictiva? La detención de uno de los presuntos implicados, un hombre de 43 años, abre una pequeña ventana de esperanza, un alivio momentáneo en medio de la incertidumbre. Pero la captura no borra el hecho, ni la sensación de vulnerabilidad que ha generado.

El minucioso trabajo de investigación de la SSC, desgranando las imágenes de las cámaras de videovigilancia, analizando cada fotograma, rastreando la motocicleta abandonada y finalmente, interceptando al sospechoso en la calle José Linares, demuestra el compromiso de las autoridades por esclarecer los hechos. El arsenal encontrado en poder del detenido – un arma de fuego, cartuchos, marihuana, una báscula gramera, dos cascos– dibuja el perfil de una delincuencia organizada, planificada, que opera con una frialdad que estremece.

La imagen de los oficinistas acorralados contra la pared, la amenaza de la pistola, la impotencia ante el robo, son escenas que se repiten con demasiada frecuencia en nuestra ciudad. Y aunque la Del Valle no es ajena a la delincuencia, este evento ha impactado de manera particular, precisamente por la reputación de seguridad que la precede.

Este asalto no es un hecho aislado. Se suma a una serie de incidentes recientes en la alcaldía Benito Juárez, como el asalto a un conductor de taxi por aplicación en la colonia Independencia, y el robo de una motocicleta en la Narvarte, que nos obligan a mirar con mayor atención la realidad, más allá de las estadísticas y las encuestas. Es necesario reforzar la vigilancia, implementar estrategias de prevención más efectivas y, sobre todo, fomentar la colaboración ciudadana para construir una verdadera cultura de seguridad.

La búsqueda del segundo implicado continúa. La justicia debe seguir su curso. Pero más allá de la resolución de este caso en particular, es fundamental que este incidente sirva como un llamado de atención, una oportunidad para repensar las estrategias de seguridad y reforzar la protección de todos los ciudadanos, sin importar la alcaldía en la que residan. La seguridad, como la libertad, es un derecho fundamental que no podemos dar por sentado.