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4 de septiembre de 2025 a las 07:30
Alerta sísmica en Manzanillo, Colima.
La tierra tembló bajo los pies de los colimenses la noche del miércoles 3 de septiembre, recordándoles la constante presencia de la fuerza telúrica que caracteriza a esta región. Un sismo de magnitud 4.4, según los datos precisos del Servicio Sismológico Nacional (SSN), sacudió la tranquilidad de la noche, con epicentro a 18 kilómetros al noreste de Manzanillo, el importante puerto del estado. Si bien la intensidad fue catalogada como “leve” por diversos monitores sísmicos, y no ameritó la activación de la alerta sísmica, el evento sin duda despertó la atención y, en algunos casos, la preocupación de los habitantes.
Imaginen la escena: la noche ya avanzada, las familias reunidas en sus hogares, y de pronto, ese movimiento sutil pero inconfundible que anuncia la presencia de un sismo. Objetos que vibran levemente, lámparas que oscilan, esa sensación de inquietud que recorre el cuerpo. Afortunadamente, en esta ocasión la magnitud del sismo no causó daños mayores, pero sirvió como un recordatorio de la importancia de estar siempre preparados.
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a través de su preciso sistema de monitoreo, registró con exactitud los detalles del evento: una latitud de 19.18, longitud de -104.22 y una profundidad de 15 kilómetros. Estos datos, más allá de frías cifras, nos hablan de la compleja dinámica geológica que se desarrolla bajo la superficie terrestre, en una zona donde las placas tectónicas interactúan constantemente. Colima, ubicada en el llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, es una zona de alta sismicidad, y eventos como este, aunque de baja intensidad, son relativamente frecuentes.
Ante esta realidad, la prevención es fundamental. Mantener la calma, tener un plan familiar de protección civil, ubicar las zonas seguras dentro y fuera de la casa, son medidas que pueden marcar la diferencia en caso de un sismo de mayor magnitud. Revisar periódicamente las instalaciones de gas y electricidad, asegurar objetos que puedan caer y causar daños, son precauciones que contribuyen a minimizar los riesgos.
Es importante destacar la labor del SSN y de la UNAM en el monitoreo constante de la actividad sísmica. La información precisa y oportuna que proporcionan es crucial para la toma de decisiones y para la protección de la población. Además, la investigación científica que realizan estas instituciones nos permite comprender mejor los fenómenos sísmicos y desarrollar estrategias más efectivas para mitigar sus efectos.
Finalmente, este sismo de magnitud 4.4, aunque leve, nos recuerda la vulnerabilidad ante las fuerzas de la naturaleza y la importancia de estar siempre preparados. La cultura de la prevención es una herramienta fundamental para salvaguardar la vida y el patrimonio de las comunidades en zonas sísmicas como Colima. Mantengámonos informados, preparemos a nuestras familias y trabajemos juntos para construir comunidades más resilientes ante los desafíos que la naturaleza nos presenta.
Fuente: El Heraldo de México