
3 de septiembre de 2025 a las 12:25
Noche caraqueña en Venecia: Rondón y Ugás exploran la pérdida y el exilio.
La noche veneciana ha sido testigo del desgarrador grito de Caracas. "Aún es de noche en Caracas", la nueva película de Mariana Rondón y Marité Ugás, basada en la novela de Karina Sainz Borgo, ha resonado con fuerza en el Festival de Cine, presentando un retrato crudo y conmovedor de la Venezuela fracturada del 2017. No se trata de una simple adaptación, sino de una reinterpretación visceral de la pérdida, la resistencia y el exilio que ha marcado a millones.
La historia de Adelaida, interpretada con una intensidad estremecedora por Natalia Reyes, nos sumerge en la claustrofobia de una Caracas colapsada. El regreso a su apartamento se convierte en una pesadilla cuando lo encuentra ocupado por seguidoras del régimen. Obligada a ocultarse en el apartamento contiguo, se topa con la muerte de su vecina y la compañía inesperada de un joven desconocido. Este escenario, opresivo y desolador, se convierte en el microcosmos de un país en ruinas, donde la supervivencia se teje con hilos de miedo y desesperanza.
Rondón y Ugás, tras la alegoría de "Zafari", se adentran en la realidad venezolana con una precisión quirúrgica. No buscan la abstracción, sino la concreción de un drama que, si bien arraigado en la tierra venezolana, resuena con la universalidad de la opresión. La ciudad, más que un escenario, es un personaje palpitante, un testigo mudo del desmoronamiento. Caracas, en su noche perpetua, se convierte en el símbolo de un país que lucha por amanecer.
La génesis de la película es, en sí misma, una historia de resiliencia. Concebida durante la pandemia, la adaptación de la novela tomó un rumbo inesperado. Lo que comenzó como un guion, se transformó en una oportunidad para tomar las riendas de la dirección, un desafío que las directoras asumieron con la pasión que caracteriza su trabajo. La pandemia, en su paradoja, se convirtió en el crisol donde se forjó esta poderosa obra cinematográfica.
La participación de Edgar Ramírez, no solo como actor sino también como productor, ha sido fundamental. Su compromiso y generosidad, según las directoras, han sido un pilar para el proyecto. La producción, mayoritariamente mexicana, logró crear un ambiente de colaboración y respeto, un hogar lejos del hogar para el equipo venezolano disperso por el mundo.
El casting, una mezcla de experiencia y descubrimiento, brilla con la actuación de Natalia Reyes, quien se funde con el personaje de Adelaida hasta la médula. Y el debut cinematográfico de Moisés Angola, un adolescente del interior de Venezuela, añade una capa de autenticidad conmovedora. Su viaje a Venecia, su primera salida del país, es un reflejo del propio éxodo venezolano, una historia dentro de la historia.
"Aún es de noche en Caracas" no es solo una película, es un espejo. Un espejo incómodo que refleja la violencia, el despojo y el desarraigo, pero también la resistencia cotidiana, la lucha por la identidad y la esperanza de un reencuentro. Es una película para la diáspora, para los que se quedaron y para los que se fueron, una invitación a la reflexión, a la reconciliación y a la reconstrucción de un país fragmentado. La actuación de Natalia Reyes, además, se erige como un puente entre Colombia y Venezuela, demostrando la fuerza de un cine latinoamericano que habla de tragedia y resistencia con una voz universal, sin perder la potencia de sus raíces. En la noche veneciana, Caracas ha encontrado su voz, un grito desgarrador que clama por un nuevo amanecer.
Fuente: El Heraldo de México