La historia de Diego Ortiz es un testimonio inspirador de perseverancia, pasión y la búsqueda incansable de un sueño. Desde los campos de fútbol americano en México hasta los emparrillados de la NFL, su trayectoria es un ejemplo para las nuevas generaciones de deportistas y entrenadores que aspiran a alcanzar las grandes ligas. Imaginen la escena: un joven Diego, empapado del fervor del fútbol americano con los Gamos A.C., no solo absorbiendo las estrategias del juego como jugador, sino también con una mirada inquisitiva, analizando las decisiones de sus entrenadores, visualizando jugadas, comprendiendo la complejidad del deporte más allá del campo.

Ese deseo de comprender el "porqué" detrás de cada movimiento lo llevó a dar sus primeros pasos en el mundo del coaching. No se conformó con ser un buen jugador; quería entender el entramado de la estrategia, la psicología del equipo y la magia de transformar un grupo de individuos en una máquina perfectamente sincronizada. Y así, guiado por la sabiduría de sus mentores, comenzó a entrenar a las categorías infantiles, puliendo sus habilidades como estratega, aprendiendo a motivar y a transmitir su pasión por el deporte.

Dejar la comodidad del hogar, la familiaridad de su equipo y el prestigio ganado como coach en Gamos A.C. no fue una decisión fácil. Pero la ambición de Diego, ese fuego interno que lo impulsaba a superarse, lo llevó a cruzar la frontera en busca de un futuro incierto, pero lleno de posibilidades. Llegar a Texas Tech en 2017, sin contactos, sin una red de apoyo, demuestra la valentía y la determinación de un joven dispuesto a todo por alcanzar su meta.

Imaginen la escena: Diego tocando puertas, una tras otra, presentándose, explicando su pasión, su experiencia, su deseo de aprender. Meses de incertidumbre, de perseverancia, de mantener viva la llama de la esperanza. Finalmente, la oportunidad se presenta: un puesto como voluntario en el Departamento de Reclutamiento. Un primer paso, una pequeña grieta en la puerta que lo separaba de su sueño.

Pero Diego no se conformó. Sabía que ese era solo el comienzo. Mientras evaluaba prospectos de High School, aprendía el sistema ofensivo del equipo, estudiaba las jugadas, se preparaba para el momento en que pudiera demostrar su valía como entrenador. Y ese momento llegó. Su preparación, su dedicación y su pasión lo catapultaron de la NCAA a la NFL, convirtiéndose en un pionero, en un ejemplo para México, en una inspiración para todos aquellos que se atreven a soñar en grande.

La historia de Diego Ortiz no es solo la historia de un entrenador de fútbol americano; es la historia de un joven que, con trabajo duro, perseverancia y una pasión inquebrantable, logró trascender fronteras y convertirse en un referente en el deporte. Es una historia que nos recuerda que, con dedicación y esfuerzo, los sueños, por más audaces que parezcan, pueden alcanzarse. Y es, sin duda, una historia que seguirá inspirando a futuras generaciones.