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4 de septiembre de 2025 a las 02:10
Inundaciones: CDMX bajo el agua
La Ciudad de México se vio envuelta en un manto de agua incesante. Imagine la fuerza de la naturaleza descargando 34 millones de metros cúbicos de agua sobre la metrópoli, una cantidad equivalente a llenar más de 13,000 albercas olímpicas. Las calles, convertidas en ríos improvisados, reflejaban las luces de la ciudad en una danza caótica y hermosa a la vez. Por más de 24 horas, la lluvia persistió, poniendo a prueba la infraestructura y la resiliencia de los capitalinos. Más allá de las cifras, imaginen las historias que se esconden detrás de las 602 viviendas afectadas: familias que vieron sus hogares inundados, sus pertenencias dañadas, sus rutinas interrumpidas. El sonido del agua golpeando contra los techos, la angustia de ver el nivel subir poco a poco, la incertidumbre del futuro inmediato.
Ante la magnitud del desafío, el gobierno de la ciudad desplegó una verdadera operación de rescate. Brigadas recorriendo calle por calle, casa por casa, en un esfuerzo titánico por cuantificar los daños y, más importante aún, brindar apoyo a las familias damnificadas. No se trata solo de números en un informe, sino de personas que necesitan una mano amiga en momentos de vulnerabilidad. La promesa de la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, resonó con fuerza: "Nadie se quedará sin respaldo". Una promesa que se traduce en alimentos, cobijas, materiales de construcción y, sobre todo, esperanza.
A pesar del incremento del 142% en la precipitación pluvial comparado con años anteriores, los daños a las viviendas solo aumentaron en un 32%. Una muestra de que las inversiones en infraestructura, como el Plan Tlaloque, están dando resultados. Sin embargo, la batalla contra las inclemencias del tiempo es continua. Cada lluvia es un reto, una oportunidad para aprender y mejorar. El titular de la Segiagua, José Mario Esparza, calificó el fenómeno como "extraordinario", una palabra que resume la intensidad de la lluvia y la magnitud del esfuerzo para contenerla.
La imagen del radar meteorológico con la gigantesca mancha púrpura sobre la ciudad quedará grabada en la memoria colectiva. Fue una noche en la que la ciudad contuvo la respiración, en la que la solidaridad se hizo presente en cada esquina. Vecinos ayudando a vecinos, bomberos trabajando sin descanso, voluntarios repartiendo víveres. La ciudad, herida pero no derrotada, demostró una vez más su capacidad de resiliencia.
El reto no termina con el cese de la lluvia. La reconstrucción, el apoyo a las familias afectadas y la prevención de futuros desastres son tareas que requieren un esfuerzo conjunto. El gobierno capitalino ha anunciado la construcción de nuevos colectores pluviales, el reforzamiento de plantas de bombeo y la edificación de cárcamos. Obras que no solo buscan mitigar los efectos de las lluvias, sino también construir una ciudad más resistente y preparada para enfrentar los desafíos del cambio climático. La lluvia cesó, pero el trabajo continúa.
Fuente: El Heraldo de México