La inseguridad en las inmediaciones del Cetis 33, en la colonia Prados del Rosario, alcaldía Azcapotzalco, ha vuelto a encender las alarmas. El inquietante video que circula en redes sociales, mostrando la cobarde agresión a una joven estudiante con petardos por parte de un grupo de supuestos porros, ha desatado la indignación y el temor entre vecinos y padres de familia. No se trata de un hecho aislado, sino de la punta del iceberg de una problemática que, según testimonios, se ha enquistado en la zona durante años. La imagen de la adolescente corriendo despavorida, mientras la persiguen y le lanzan explosivos que detonan en nubes de humo, es una cruda muestra de la vulnerabilidad que viven los jóvenes en su propio entorno escolar.

Más allá de la agresión física, que según reportes le causó una herida en la pantorrilla, el impacto psicológico de este tipo de violencia es profundo. El miedo a transitar por las calles aledañas a la escuela, la angustia constante de ser víctima de un ataque similar, la sensación de impunidad que reina en el ambiente… ¿Cómo pueden los estudiantes concentrarse en sus estudios, en su futuro, bajo estas circunstancias?

Las denuncias de los vecinos pintan un panorama aún más desolador. Hablan de actos vandálicos recurrentes, del consumo abierto de alcohol y drogas en las inmediaciones del plantel, de la presencia constante de estos grupos que operan con total impunidad. La indignación crece ante la aparente indiferencia de las autoridades. Se acusa a la policía de actuar de forma reactiva, llegando solo después de los incidentes, y al director del Cetis 33 de hacer oídos sordos a las quejas, negándose a enfrentar el problema de raíz.

La pregunta que todos se hacen es ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo las autoridades seguirán ignorando las súplicas de la comunidad? Padres de familia, a través de redes sociales, claman por la intervención inmediata del gobierno de la Ciudad de México y de las autoridades de la alcaldía Azcapotzalco. Exigen que se tomen medidas contundentes para erradicar la violencia y la inseguridad que se vive a diario en la zona. Acusan, incluso, de una supuesta complicidad entre el personal de la escuela y los agresores, lo que agrava aún más la situación.

El incidente de febrero pasado, en el que un estudiante fue agredido dentro del mismo plantel, y la posterior reacción violenta de otros alumnos, es una muestra más de la escalada de violencia que se vive en el Cetis 33. Este nuevo ataque con petardos no es un hecho aislado, sino la consecuencia de la inacción y la falta de atención a un problema que se ha enquistado durante años. Es un llamado urgente a las autoridades para que asuman su responsabilidad y garanticen la seguridad y el bienestar de los estudiantes y de la comunidad. No podemos permitir que la violencia se normalice, que el miedo se apodere de nuestras calles y que nuestros jóvenes tengan que vivir con el temor constante de ser la próxima víctima.