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3 de septiembre de 2025 a las 05:05

El secreto tras la casi desaparición de DBZ

Imagina un mundo sin el Kame Hame Ha, sin los Super Saiyajin, sin la épica batalla contra Freezer… Casi ocurrió. Un silencio inquietante habría reemplazado el icónico rugido de Goku, un vacío donde antes vibraba la energía de los guerreros Z. La historia de cómo Dragon Ball Z estuvo a punto de desaparecer es un relato de intriga, plagio y una carrera contrarreloj para salvar una leyenda.

A principios de la década del 2010, el universo Dragon Ball se preparaba para un renacimiento con Dragon Ball Z Kai, una versión remasterizada y condensada de la saga que prometía revitalizar la experiencia para antiguos fans y atraer a nuevas generaciones. Para esta ambiciosa empresa, Toei Animation recurrió a Kenji Yamamoto, un compositor con una larga historia ligada a la franquicia, incluyendo trabajos en la serie original de Dragon Ball y en varios videojuegos. Parecía la elección perfecta.

Sin embargo, la emoción pronto se tornó en sospecha. Los fans, con la agudeza auditiva que solo la pasión puede otorgar, comenzaron a notar similitudes inquietantes entre las nuevas composiciones de Yamamoto y melodías ya existentes. No se trataba de simples inspiraciones, sino de copias apenas disimuladas. La investigación posterior confirmó lo que muchos temían: Yamamoto había plagiado a gigantes de la música como Pink Floyd, The Beatles y Black Sabbath, e incluso había tomado prestadas secciones de bandas sonoras de películas como Terminator Salvation y Avatar.

El escándalo estalló como una Genkidama descontrolada. Toei Animation, en medio de la conmoción, actuó con la rapidez de un Kaioken. La relación con Yamamoto se cortó abruptamente, su música fue retirada de Dragon Ball Z Kai y se inició una frenética labor para reemplazar las piezas plagiadas con composiciones originales de la saga. La magnitud del trabajo era colosal, considerando la cantidad de episodios y la importancia de la música en la experiencia Dragon Ball.

La sombra del plagio amenazaba con eclipsar el legado de la serie. ¿Cómo separar la obra de un compositor deshonrado de una franquicia tan querida? La respuesta de Toei fue contundente: borrar cualquier rastro de la controversia y reafirmar el compromiso con la integridad artística. El resultado fue una victoria para los fans. Dragon Ball Z Kai renació de las cenizas, purificado y listo para cautivar a una nueva audiencia.

Este episodio oscuro en la historia de Dragon Ball Z sirve como un recordatorio de la fragilidad del arte y la importancia de la honestidad creativa. También demuestra la fuerza de una comunidad de fans apasionados que, con su atención al detalle y su amor por la obra original, ayudaron a preservar la integridad de un icono cultural. Hoy, podemos disfrutar de Dragon Ball Z sin la mancha del plagio, gracias a la rápida y decisiva acción de Toei Animation y a la vigilancia constante de una comunidad global de fans. La leyenda de Goku y sus amigos continúa, más fuerte que nunca, y este incidente se recuerda como un casi desastre que, afortunadamente, se evitó.

Fuente: El Heraldo de México