Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Política

3 de septiembre de 2025 a las 09:35

¡Ay, caramba! Momentos incómodos

La esencia misma del Poder Legislativo, ese espacio donde se tejen los hilos que definen el destino de una nación, se encuentra en entredicho. Debería ser el crisol donde se funden las diversas voces de la sociedad, un foro donde el debate enriquecedor y la confrontación de ideas constructivas allanen el camino hacia un futuro compartido. Sin embargo, el panorama actual dista mucho de este ideal. Lo que antes era un escenario para el diálogo y la búsqueda de consensos, se ha transformado en un campo de batalla donde la polarización y la discordia son las protagonistas.

La política, ese arte de tejer acuerdos y conciliar intereses en beneficio del bien común, se ha visto desvirtuada. Ya no se trata de presentar argumentos sólidos, de escuchar con atención las perspectivas ajenas y de construir puentes entre las diferencias. La confrontación estéril, la descalificación y la búsqueda de la revancha han reemplazado el debate constructivo. La búsqueda del bien común ha sido eclipsada por la defensa de intereses particulares, y la pluralidad, otrora riqueza del Legislativo, se ve amenazada por la imposición de una visión única.

Este clima de crispación y antagonismo no solo erosiona la confianza en las instituciones, sino que también dificulta la tarea fundamental del Poder Legislativo: la creación de leyes que respondan a las necesidades de la sociedad. Cuando el diálogo se rompe y la confrontación se convierte en la norma, se dificulta la construcción de consensos y la búsqueda de soluciones que beneficien a todos. El resultado es un estancamiento legislativo que perjudica a la ciudadanía y debilita la democracia.

Es imperativo, entonces, recuperar el espíritu original del Poder Legislativo. Debemos volver a un escenario donde prime el respeto, la tolerancia y la búsqueda del bien común. Es necesario que los legisladores, como representantes del pueblo, asuman su responsabilidad de construir un futuro mejor para todos, dejando de lado las diferencias ideológicas y trabajando juntos en la búsqueda de soluciones a los problemas que aquejan a la nación.

La política no está muerta, pero se encuentra gravemente herida. Es nuestra responsabilidad, como ciudadanos, exigir a nuestros representantes que actúen con altura de miras, que promuevan el diálogo y la conciliación, y que trabajen incansablemente por el bien común. Solo así podremos recuperar la confianza en las instituciones y construir un futuro más justo y próspero para todos. No podemos permitir que la polarización y la discordia sigan erosionando el tejido social. Es tiempo de reconstruir los puentes del diálogo y de trabajar juntos por un México mejor.

La imagen que proyectamos al mundo es lamentable. No podemos permitir que la tribuna, símbolo de la democracia y la representación popular, se convierta en un escenario de disputas callejeras. Es hora de que la razón y el respeto prevalezcan, y que la política recupere su noble propósito: servir al pueblo y construir un futuro mejor para todos.

Fuente: El Heraldo de México