
3 de septiembre de 2025 a las 09:15
Atención geriátrica: Una prioridad en México.
El cambio demográfico en México es una realidad ineludible. De un país joven, estamos transitando a una sociedad donde la presencia de adultos mayores será cada vez más notoria. Las proyecciones del Inapam, que prevén para 2030 más personas mayores que jóvenes menores de 14 años, son un llamado de atención urgente para fortalecer y adaptar nuestro sistema de salud. No se trata solo de longevidad, sino de calidad de vida. Imaginemos un futuro donde la tercera edad no sea sinónimo de fragilidad y dependencia, sino de plenitud y participación activa en la sociedad.
La geriatría, esa rama de la medicina que se enfoca en el cuidado integral de las personas mayores, cobra una relevancia crucial. No es simplemente tratar enfermedades, es entender las particularidades de la vejez, desde los aspectos clínicos hasta el entorno social y familiar del paciente. El Dr. Saldaña, geriatra de la UNAM, lo explica con claridad: las necesidades de una persona mayor de 65 años son específicas y requieren una mirada experta. Un médico general, sin la formación adecuada en geriatría, podría pasar por alto señales importantes, como el riesgo de caídas, la depresión, la sarcopenia o incluso la polifarmacia, ese consumo excesivo de medicamentos que puede ser tan perjudicial.
La valoración geriátrica integral, como la que se realiza en instituciones de renombre como el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, es fundamental para detectar a tiempo estos riesgos y prevenir complicaciones. Piensen en la tranquilidad que brinda saber que un equipo especializado está evaluando no solo la salud física, sino también el estado emocional y cognitivo de nuestros mayores. Un cuestionario de depresión, una evaluación de la marcha y el equilibrio, pueden marcar la diferencia entre una vida independiente y una llena de limitaciones.
La desnutrición, un problema silencioso pero grave, también acecha a la población adulta mayor. La pérdida de apetito, común en esta etapa de la vida, puede tener consecuencias fatales, incluso en personas sin enfermedades crónicas preexistentes. Aquí, el papel de la familia y los cuidadores es esencial. Son los ojos que observan, las manos que apoyan, el corazón que acompaña. Ellos son los primeros en detectar cambios en la capacidad funcional de la persona mayor, en su habilidad para realizar actividades cotidianas como vestirse, bañarse o alimentarse. La familia, el pilar fundamental en el cuidado de nuestros mayores, necesita información y herramientas para afrontar este reto con amor y conocimiento.
La formación especializada en geriatría para el personal médico es una necesidad imperante. No podemos esperar a que el sistema de salud se adapte por sí solo. Debemos impulsarlo, exigirlo, para garantizar que nuestros mayores no solo vivan más años, sino que los vivan con salud, dignidad y bienestar. El aumento en la esperanza de vida, que en 2024 alcanzó los 75.5 años en hombres y 79.4 en mujeres, es un logro que debemos celebrar, pero también un compromiso que debemos asumir como sociedad. Preparémonos para un futuro donde la experiencia y la sabiduría de nuestros adultos mayores sean un tesoro invaluable.
Fuente: El Heraldo de México