¡La Ciudad de México despierta y el transporte público, como siempre, nos mantiene en vilo! Si bien el Metro intenta apaciguar los ánimos informando sobre la normalidad en la Línea A, la realidad en el resto de la red pinta un panorama diferente. Mientras nos dicen que las esperas rondan los 5 o 6 minutos en la mayoría de las líneas, la experiencia de los usuarios, ese termómetro infalible de la cotidianeidad chilanga, nos habla de demoras significativamente mayores. ¿Cinco minutos en la Línea 1? ¡Que alguien le avise a la multitud que se agolpa en los andenes! Pareciera que los relojes del Metro corren a un ritmo distinto al del resto de la ciudad. Y ni hablar de la Línea 8, la campeona indiscutible de la lentitud, con sus trenes fantasma que se hacen esperar hasta 7 minutos, según el reporte oficial, aunque las redes sociales, ese hervidero de quejas y denuncias ciudadanas, nos hablan de esperas mucho más prolongadas.

El Metrobús, por su parte, canta victoria anunciando el restablecimiento del servicio en todas sus líneas. Un mensaje optimista que contrasta con la realidad que viven los usuarios, quienes reportan retrasos considerables, especialmente en la Línea 4, donde la espera en la estación Calle 6 puede llegar a los 15 minutos. Las líneas 3, B, 6 y 8 tampoco se salvan de las demoras, convirtiendo el trayecto matutino en una odisea de paciencia y resignación. La Línea 8 del Metrobús, emulando a su homónima del Metro, parece haberse sumado a la competencia de la lentitud, con esperas de hasta 20 minutos en Constitución de 1917, según reportan los usuarios. ¿Y la razón de estas demoras? Un misterio que ni el Metro ni el Metrobús parecen dispuestos a revelar. No hay lluvia, no hay temblores, no hay viento… ¿Será que las unidades se han confabulado para poner a prueba la paciencia de los capitalinos?

Ante este panorama, la recomendación es clara: armarse de paciencia, consultar las redes sociales para estar al tanto de las demoras reales (porque, seamos honestos, los reportes oficiales a veces viven en una dimensión paralela), y, sobre todo, salir con tiempo de sobra. Porque en la jungla del transporte público chilango, la puntualidad es un lujo que pocos se pueden permitir. Y si llegas tarde al trabajo, ya tienes la excusa perfecta: "Es que el Metro/Metrobús…". Una frase que, lamentablemente, se ha convertido en el himno cotidiano de miles de capitalinos. Mientras tanto, seguiremos esperando, con la esperanza de que algún día, el transporte público de la Ciudad de México nos sorprenda con su eficiencia. Un sueño, quizás, pero soñar no cuesta nada.