El caos se apoderó de la México-Pachuca la tarde de este martes. Una lluvia torrencial, de esas que parecen querer llevarse todo por delante, desató una serie de infortunios que convirtieron la vital arteria en una trampa para miles de automovilistas. Imaginen la escena: el agua cayendo a cántaros, reduciendo la visibilidad a casi nada, el asfalto convertido en un río improvisado y, de pronto, la tierra cediendo. Un deslave de considerables proporciones, justo a la altura de Indios Verdes en dirección a la Ciudad de México, paralizó por completo la circulación. La fila de autos detenidos se extendía kilómetros, una serpiente metálica atrapada en la furia de la naturaleza.

La situación, ya de por sí complicada, empeoró aún más con la caída de una estructura metálica. Imaginen el terror de los ocupantes del vehículo sobre el que se desplomó este gigante de acero. Afortunadamente, y según los primeros reportes, no se registraron víctimas fatales, pero el susto, la angustia de esos momentos, seguramente quedará grabado en la memoria de quienes lo vivieron. Los servicios de emergencia, verdaderos héroes en medio del caos, trabajan a contrarreloj para rescatar a los afectados y despejar la vía. Grúas, ambulancias, bomberos, todos luchando contra el reloj y contra los elementos.

Y como si esto no fuera suficiente, otro reporte llegó desde la zona del Periférico, también en la México-Pachuca, pero esta vez en dirección al Estado de México. Un poste de luz, vencido por la fuerza del viento y la lluvia, se desplomó sobre un automóvil. De nuevo, la incertidumbre, la angustia, las sirenas rompiendo el silencio de la tarde. ¿Habrá heridos? ¿Cuál será la magnitud de los daños? Las preguntas flotan en el aire, mientras los equipos de rescate se abren paso entre el agua y los escombros.

Este martes, la México-Pachuca nos recuerda la fuerza implacable de la naturaleza y la fragilidad de nuestras construcciones. Nos recuerda también la importancia de la prevención, de la inversión en infraestructura que pueda resistir estos embates, y sobre todo, la solidaridad de quienes, en medio del caos, arriesgan sus vidas para ayudar a los demás. Manténganse informados, sigan las recomendaciones de las autoridades y, por favor, extremen precauciones si tienen que transitar por la zona. La situación sigue siendo crítica y la lluvia, por desgracia, no parece tener intenciones de ceder. En momentos como estos, la información oportuna puede ser la diferencia entre la seguridad y el peligro.