
2 de septiembre de 2025 a las 09:40
Sobrevive tu primer año
Un año de claroscuros envuelve la gestión de Claudia Sheinbaum. Si bien la percepción pública, alimentada por programas sociales de amplio alcance y una comunicación efectiva a través de las conferencias matutinas, proyecta una imagen de estabilidad, un análisis más profundo revela una realidad más compleja. La continuidad del legado de López Obrador no se limita a una simple herencia, sino que se traduce en una forma de gobernar que Sheinbaum no solo ha adoptado, sino que ha profundizado con celo. Desde la reforma judicial hasta la electoral, pasando por la transformación de los órganos autónomos y el creciente protagonismo de las fuerzas armadas, la agenda política de Sheinbaum calca el trazado de su predecesor. Tras un año al mando, la sombra de la duda sobre una posible diferenciación se desvanece: el "claudismo" se erige como la continuación, quizá una versión intensificada, del proyecto obradorista.
En el espinoso terreno de la seguridad, se percibe una genuina intención de cambio. El ascenso de Omar García Harfuch, su creciente influencia y el aumento de operativos, decomisos y detenciones, junto con una aparente disminución en las cifras de homicidios, alimentan la narrativa del éxito. Sin embargo, la experiencia cotidiana de los ciudadanos contrasta con los datos oficiales. La persistente presencia del crimen organizado en diversas zonas, las disputas territoriales entre grupos delictivos, la angustiante crisis de las desapariciones y el papel de la Guardia Nacional, más como un cuerpo de contención que de solución efectiva, pintan un panorama inquietante. Mientras la narrativa oficial se aferra a los "logros", el miedo sigue siendo un compañero inseparable para muchos mexicanos.
La economía, por su parte, ofrece un panorama similar de luces y sombras. La disciplina fiscal, una inflación relativamente controlada y la resistencia del tipo de cambio dibujan una imagen de aparente estabilidad. No obstante, tras esa frágil fachada, la actividad económica se estanca, la incertidumbre se cierne sobre el panorama y el crecimiento del PIB se mantiene en niveles mínimos. Lejos de inspirar confianza, el escenario económico actual genera preocupación sobre el futuro.
Sheinbaum se ha visto obligada a lidiar con las pugnas internas de una coalición hegemónica que, a diferencia del liderazgo de López Obrador, carece de una figura unificadora que imponga control y disciplina. A esto se suman las presiones externas, encarnadas en un Donald Trump impredecible, errático y empeñado en adoptar una postura agresiva hacia México, aprovechando cualquier vulnerabilidad. Entre estos dos frentes, el balance del primer año de Sheinbaum se muestra modesto. En lugar de una visión clara y optimista del futuro, su gestión deja la impresión de una administración reactiva, enfrentando los desafíos conforme se presentan. Si bien es cierto que las circunstancias adversas han complicado su tarea, la magnitud de los retos, rezagos y retrocesos acumulados por el país exigen mucho más.
Fuente: El Heraldo de México