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2 de septiembre de 2025 a las 09:20
Moda 2.0: Tu reflejo digital
La irrupción de Vivienne, la modelo creada por inteligencia artificial para la campaña de Guess en Vogue, ha desatado un vendaval de controversia que va mucho más allá de la simple innovación tecnológica. No se trata solo de píxeles y algoritmos; se trata del futuro de la industria, de la ética publicitaria y, en última instancia, de cómo nos percibimos a nosotros mismos. Mientras la agencia Seraphinne Vallora defiende su creación como una herramienta complementaria, una nueva forma de expresión visual que no busca reemplazar a los modelos humanos, la realidad es que la sombra de la sustitución se cierne amenazante sobre la profesión.
Imaginemos por un momento el escenario: jóvenes que han dedicado años a perfeccionar su imagen, a cultivar su presencia, a invertir en su carrera, ven cómo sus oportunidades se desvanecen ante la promesa de una modelo virtual, infatigable, adaptable a cualquier contexto, y, sobre todo, barata. El argumento de que el proceso de creación de Vivienne implica la participación de estilistas, fotógrafos y mood boards reales no aminora la inquietud. Si el resultado final es una imagen sintética, ¿cuál es el valor real del aporte humano? ¿Se reduce a meros operarios que alimentan a la máquina?
El debate sobre la diversidad, tan arduamente conquistado en las últimas décadas, también se ve amenazado. Si bien la IA, en teoría, podría generar cualquier tipo de imagen, la realidad es que los algoritmos se entrenan con datos existentes, y esos datos, a menudo, reproducen los cánones de belleza tradicionales, eurocéntricos y, en muchos casos, inalcanzables. El resultado: una proliferación de imágenes “perfectas” que refuerzan la presión social por la delgadez, la simetría y la juventud eterna, exacerbando los problemas de autoestima y excluyendo, una vez más, a la inmensa diversidad de cuerpos reales.
La problemática se extiende más allá del ámbito individual. Forbes plantea una cuestión crucial: la pérdida de control creativo. Una modelo virtual no negocia, no opina, no aporta su propia personalidad al proyecto. Se convierte en una marioneta digital, dócil a los deseos de la marca, sin capacidad de agencia. Si a esto le sumamos el hecho de que el proceso, según se informa, implica un costo de seis cifras y requiere la participación de modelos reales para la captura de movimientos y expresiones, la supuesta eficiencia económica de la IA empieza a desdibujarse. ¿Realmente compensa la inversión? ¿O se trata de una estrategia de marketing para generar ruido mediático y posicionarse a la vanguardia de la innovación?
La respuesta de Seraphinne Vallora, que insiste en la complementariedad y no en la sustitución, suena a un intento de aplacar las críticas y minimizar el impacto disruptivo de su creación. Sin embargo, la realidad es que la industria de la moda y la publicidad se rige por la lógica del mercado, y la posibilidad de abaratar costos y maximizar beneficios es una tentación difícil de resistir.
El caso de Vivienne en Vogue no es un episodio aislado, sino un síntoma de una transformación profunda que ya está en marcha. La inteligencia artificial está redefiniendo las reglas del juego, y el futuro de los modelos humanos, tal como lo conocemos, pende de un hilo. No se trata de demonizar la tecnología, sino de reflexionar sobre sus implicaciones éticas y sociales, y de buscar un equilibrio que preserve la dignidad del trabajo humano y la diversidad en un mundo cada vez más virtualizado.
Fuente: El Heraldo de México