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3 de septiembre de 2025 a las 02:05

Influencer renuncia a custodia: ¿drama o estrategia?

La historia de Jael ha abierto un debate candente en redes sociales. Su decisión, inusual y para muchos, incomprensible, de renunciar a la custodia de su hija tras un divorcio ha generado una ola de opiniones encontradas. ¿Es una actitud egoísta e irresponsable? ¿O es una forma de rebelarse contra las expectativas sociales que tradicionalmente recaen sobre las madres? ¿Estamos ante un nuevo paradigma en las relaciones familiares, o simplemente ante un caso aislado de una mujer que prioriza su propia vida por encima del bienestar de su hija?

El argumento de Jael, de que su esposo la "engañó" al prometerle un apoyo incondicional que luego no cumplió, resuena con muchas mujeres que han experimentado la carga desigual de la crianza. La sensación de estar "atrapada" en un rol que no eligieron, sacrificando sus sueños y aspiraciones, es una realidad para muchas madres, especialmente en sociedades donde la corresponsabilidad en el hogar todavía es una asignatura pendiente.

Sin embargo, renunciar a la custodia de un hijo es un paso drástico, y la decisión de Jael ha sido recibida con críticas feroces. Muchos la acusan de egoísmo, de anteponer sus deseos personales a las necesidades de su hija. "¿Cómo puede una madre abandonar a su hijo?", se preguntan indignados. "¿No es el amor maternal un instinto natural e inquebrantable?"

La respuesta, como suele ocurrir en estos casos, es compleja y matizada. No podemos juzgar a Jael sin conocer todos los detalles de su historia. ¿Qué tipo de relación tenía con su hija? ¿Sufría de depresión postparto o algún otro problema de salud mental que influyera en su decisión? ¿Qué opciones reales tenía, considerando su situación económica y el apoyo (o la falta del mismo) de su familia?

El debate en redes sociales ha puesto de manifiesto la doble moral que a menudo se aplica a hombres y mujeres en cuestiones de crianza. Mientras que un padre que renuncia a la custodia puede ser visto como "práctico" o incluso "liberado", una madre que hace lo mismo es inmediatamente etiquetada como "mala madre". Esta desigualdad refleja la persistencia de roles de género tradicionales, donde la maternidad se idealiza como una vocación innata y sagrada, mientras que la paternidad se considera un rol secundario y opcional.

La historia de Jael, más allá del morbo y la polémica, nos invita a reflexionar sobre la compleja realidad de la maternidad en el siglo XXI. ¿Qué significa ser una "buena madre"? ¿Debemos sacrificar siempre nuestras propias necesidades y deseos por el bienestar de nuestros hijos? ¿Es posible conciliar la maternidad con la realización personal y profesional? Estas son preguntas que cada vez más mujeres se plantean, y que merecen un debate honesto y abierto. La historia de Jael, aunque controvertida, puede ser un catalizador para ese debate. Quizás, al final, su decisión, aunque dolorosa y difícil de entender, nos ayude a construir un modelo de maternidad más flexible, más justo y, sobre todo, más humano. Un modelo donde las mujeres tengan la libertad de elegir su propio camino, sin ser juzgadas ni estigmatizadas. Un modelo donde la maternidad sea una opción, no una obligación. Un modelo donde el bienestar de los hijos y el de las madres sean igual de importantes.

Fuente: El Heraldo de México