Un escalofrío recorre las calles de Tlaxcala este 1 de septiembre, fecha que debería haber marcado el inicio de un nuevo ciclo escolar, lleno de promesas y esperanzas para una joven de 18 años. En lugar de eso, la jornada se tiñó de rojo, con la noticia de un brutal ataque que la dejó luchando por su vida. Imaginen la escena: una joven, llena de ilusiones por su primer día de clases en la universidad, camina por la calle Josefa Castelar, ajena al peligro que la acecha. De repente, la tranquilidad se rompe. Un hombre, identificado posteriormente como su expareja, la intercepta. La discusión sube de tono, la tensión se palpa en el aire, y en un instante, la tragedia se consuma. Un navajazo en el cuello, un grito ahogado, y la joven se desploma sobre el pavimento, mientras su agresor huye en una motocicleta azul, perdiéndose entre las calles de la ciudad.

El horror de la escena conmociona a los testigos. La imagen de la joven, tendida en el suelo, con la vida escapándosele entre los dedos, es un puñal que se clava en el corazón de la comunidad. Rápidamente, llegan los servicios de emergencia. Paramédicos trabajan contrarreloj para estabilizarla, mientras que elementos de seguridad acordonan la zona, recogiendo pruebas que puedan ayudar a esclarecer los hechos. La navaja, el arma del crimen, queda asegurada como testimonio silencioso de la violencia desatada. La joven es trasladada de urgencia a un hospital, donde los médicos luchan por salvar su vida.

La Fiscalía General del Estado de Tlaxcala no ha tardado en reaccionar, abriendo una carpeta de investigación para dar con el responsable y llevarlo ante la justicia. Se baraja la posibilidad de que se trate de un intento de feminicidio, una hipótesis que cobra fuerza dadas las circunstancias del ataque y la relación previa entre la víctima y su agresor. La pregunta que todos se hacen es: ¿hasta cuándo seguiremos tolerando este tipo de violencia contra las mujeres? ¿Cuántas vidas más tendrán que ser truncadas antes de que se tomen medidas contundentes para protegerlas?

La incertidumbre se cierne sobre el caso. El estado de salud de la joven se mantiene en reserva, mientras que las autoridades continúan la búsqueda del agresor. Testigos y familiares confirman la identidad del atacante, señalando a la expareja de la joven, con quien recientemente había terminado la relación. Este dato añade otra capa de complejidad al caso, poniendo de manifiesto la vulnerabilidad de las mujeres en situaciones de ruptura sentimental.

La joven, originaria de San Martín Texmelucan, Puebla, había viajado a Tlaxcala para retomar sus estudios en este ciclo escolar 2025-2026. Un sueño que se ha visto brutalmente interrumpido por la violencia. Su caso no es un hecho aislado, sino un reflejo de la preocupante realidad que viven muchas mujeres en nuestro país. Es un llamado a la reflexión, a la acción, a la unión como sociedad para erradicar la violencia de género y construir un futuro donde las mujeres puedan vivir libres y seguras. ¿Qué medidas podemos tomar como sociedad para prevenir futuros ataques? ¿Cómo podemos apoyar a las víctimas y a sus familias? Estas son las preguntas que debemos hacernos, y a las que debemos buscar respuestas con urgencia. El futuro de nuestras hijas, hermanas, madres y amigas depende de ello.