La imprudencia al volante, una vez más, cobra protagonismo en las calles mexicanas. Un escalofriante video captado por cámaras de seguridad en el municipio de Otumba, Estado de México, ha dejado en evidencia la irresponsabilidad de un conductor que, tras embestir a una familia en motocicleta, se dio a la fuga dejando a su suerte, y con heridas, a un hombre, una mujer y una niña de tan solo 5 años.

Las imágenes, que han circulado rápidamente en redes sociales y medios locales, muestran la crudeza del impacto. El Cavalier, a una velocidad claramente excesiva para la zona, impacta brutalmente a la motocicleta en el cruce de Porfirio Díaz y Eugenio Montaño. Los tres ocupantes salen proyectados, sus cuerpos golpeando violentamente contra el asfalto. Un instante que congela la sangre y nos recuerda la fragilidad de la vida ante la imprudencia.

Lo que indigna aún más es la reacción del conductor del Cavalier. Tras el impacto, se detiene unos segundos, quizás en un momento de shock o indecisión. Sin embargo, en lugar de auxiliar a las víctimas, decide retroceder y reincorporarse al tráfico, huyendo cobardemente del lugar del accidente. Esta acción, además de inhumana, levanta serias sospechas. Medios locales especulan sobre la posibilidad de que el conductor se encontrara bajo los efectos del alcohol, una hipótesis que, de confirmarse, agravaría aún más su responsabilidad.

A pesar del dolor y la conmoción, el padre de familia intentó, en vano, detener al responsable. Afortunadamente, la madre y la pequeña lograron levantarse, mostrando una fortaleza admirable en medio de la tragedia. Rápidamente, equipos de emergencia y paramédicos llegaron al lugar para brindar atención médica a los heridos. Aunque no se reportaron lesiones de gravedad que requirieran traslado a un hospital, el susto y el trauma emocional sin duda dejarán una profunda huella en esta familia.

Este lamentable incidente nos obliga a reflexionar sobre la importancia de la responsabilidad al volante. No se trata solo de respetar las normas de tránsito, sino de tener conciencia de que nuestras acciones tienen consecuencias directas en la vida de los demás. El artículo 183 del Reglamento de Tránsito en Carreteras y Puentes de Jurisdicción Federal es claro: detenerse y auxiliar a las víctimas en caso de accidente es una obligación. Huir, como lo hizo el conductor del Cavalier, es un delito que no debe quedar impune. La multa de 50 a 60 veces la cuota diaria, contemplada en el reglamento, parece una sanción insuficiente ante la magnitud del daño causado, tanto físico como emocional.

Más allá de las sanciones administrativas, el Código Penal Federal, en su artículo 288, tipifica como delito de lesiones cualquier alteración en la salud causada por una causa externa. En este caso, las lesiones sufridas por la familia podrían conllevar una pena de prisión para el responsable, que podría ir de tres meses a ocho años, dependiendo de la gravedad de las mismas.

Es imperativo que las autoridades realicen una investigación exhaustiva para dar con el paradero del conductor fugitivo y que se aplique todo el peso de la ley. Casos como este no pueden quedar impunes. La justicia debe prevalecer para que las víctimas puedan encontrar algún tipo de reparación y para que la sociedad en su conjunto pueda confiar en que la imprudencia al volante no será tolerada. Asimismo, es fundamental reforzar las campañas de concientización vial para promover una cultura de responsabilidad y respeto en nuestras calles y carreteras. La vida de todos está en juego.