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2 de septiembre de 2025 a las 09:40

Domina al Diablo: Detalles Clave

La imagen de Francisco Sanclemente, líder del Maratón de la Ciudad de México en la categoría de silla de ruedas, cayendo tras impactar con una coladera en mal estado, es una dolorosa metáfora de los obstáculos que aún enfrentan las personas con discapacidad. No solo se trata del traspié físico, de la lesión que lo obligó a abandonar la competencia, sino de la frustración de ver cómo años de entrenamiento, de férrea disciplina y de una pasión inquebrantable se ven truncados por una simple negligencia. Imaginen la dedicación que implica para un atleta en silla de ruedas prepararse para un maratón. Las horas de entrenamiento, el desgaste físico, la adaptación de la silla a las condiciones específicas de la ruta, la búsqueda de patrocinadores, el apoyo del equipo… todo un engranaje complejo que funciona a la perfección hasta que un bache, una coladera mal reparada, un detalle que a simple vista parece insignificante, lo echa todo a perder.

Es una bofetada a la inclusión, una muestra de que a pesar de los discursos y las campañas, la realidad sigue rezagada. Si bien se habla de integración y de visibilización, los hechos demuestran que aún falta mucho por hacer para garantizar la igualdad de oportunidades. La respuesta del gobierno, atribuyendo el incidente a una coladera "mal intervenida", suena a justificación vacía, a un intento por minimizar la gravedad del asunto. ¿Acaso no se revisó la ruta previamente? ¿No se contempló la seguridad de todos los participantes, incluyendo a aquellos con necesidades específicas?

La denuncia de Marco Caballero, segundo lugar en la competencia, sobre la recurrencia de baches y coladeras en mal estado en la ruta del maratón, confirma que no se trata de un hecho aislado, sino de una preocupante constante. "Todos los años es lo mismo", afirmó, dejando al descubierto una falta de atención sistemática a las necesidades de los atletas en silla de ruedas. El hecho de que el año pasado se registrara un incidente similar demuestra que no se aprendió la lección, que no se tomaron las medidas necesarias para evitar que se repitiera la historia.

Y la discriminación no se limita a la falta de mantenimiento de la ruta. La diferencia en la premiación, 50 mil dólares para los ganadores de la categoría general y 60 mil pesos para los de silla de ruedas, es una muestra palpable de la desigualdad que aún persiste. ¿Acaso el esfuerzo, la dedicación y el talento de un atleta en silla de ruedas valen menos? ¿No merecen el mismo reconocimiento y la misma compensación económica?

Si el Maratón de la Ciudad de México aspira a mantenerse entre los mejores eventos internacionales, si pretende conservar la etiqueta oro otorgada por la World Athletics, debe ir más allá de la pintura de tráfico y la restauración de la carpeta asfáltica. Debe garantizar la seguridad de todos los participantes, sin excepciones. Debe ofrecer las mismas oportunidades y el mismo reconocimiento a atletas de todas las categorías. Debe, en definitiva, estar a la altura de las exigencias de un evento de talla mundial. Como bien dice el refrán, "el diablo está en los detalles", y en este caso, los detalles revelan una preocupante falta de atención a la inclusión y la igualdad de oportunidades.

Fuente: El Heraldo de México