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2 de septiembre de 2025 a las 09:30

Desmitificando el Arte

Marta Minujín, un nombre que resuena con la fuerza de un happening, una artista que ha transformado la manera de entender el arte en América Latina y más allá. No se limita a crear obras, sino experiencias, mundos efímeros donde el espectador deja de ser un mero observador para convertirse en protagonista. Imaginen Buenos Aires en los años 60, mientras el mundo del arte se debatía entre la novedad del happening y el arte conceptual, Minujín ya estaba construyendo universos interactivos, invitando al público a formar parte de la obra, a ensuciarse, a jugar, a perderse en laberintos fluorescentes.

Mucho antes de que la palabra "interactivo" se convirtiera en un lugar común en el mundo del arte digital, Minujín ya entendía la potencia de la experiencia directa. No se trataba de admirar una pintura desde la distancia, sino de sumergirse en la obra, de recorrerla, de treparla, incluso de destruirla. Sus creaciones, desde las estructuras laberínticas hasta los monumentos de pan destinados a ser devorados, son una invitación a la participación, a la transgresión, a la ruptura de la solemnidad que a menudo rodea al mundo del arte.

¿Se imaginan derribar un monumento hecho de pan? Un acto simbólico, cargado de significado, que cuestiona las estructuras de poder, la sacralidad de los símbolos y la propia noción de arte. Minujín, con su audacia y su irreverencia, nos invita a repensar el rol del espectador, a cuestionar las normas establecidas y a encontrar el arte en lo cotidiano, en lo efímero, en la experiencia compartida.

Su obra, bajo la apariencia festiva y lúdica, esconde una profunda crítica social. Como un carnaval que desenmascara las contradicciones de la sociedad, Minujín utiliza el juego y la provocación para abordar temas como el poder, la censura, el consumo y la memoria. Sus happenings son una fiesta para los sentidos, pero también una invitación a la reflexión, a la toma de conciencia.

Vestida con colores vibrantes, con frases provocadoras que desafían las convenciones, Minujín encarna la fusión entre vida y arte. Para ella, no hay separación entre la creación artística y la experiencia vital. Cada gesto, cada acción, cada palabra, es una manifestación de su arte. Desde la quema de sus primeras obras en París, un acto radical de ruptura con el pasado, hasta el icónico Partenón de libros prohibidos, un monumento a la libertad de expresión construido con los títulos censurados por las dictaduras, Minujín ha dejado una huella imborrable en la historia del arte.

¿Quién puede olvidar el gesto simbólico de "pagar la deuda externa" a Andy Warhol con mazorcas de maíz dorado? Una acción que, con ironía y agudeza, pone en evidencia las absurdas relaciones de poder y las desigualdades económicas entre el Norte y el Sur.

Hoy, con una trayectoria que abarca décadas de creación ininterrumpida, Minujín sigue vigente, dialogando con las nuevas generaciones y demostrando que el arte puede ser una herramienta poderosa para transformar la realidad. Su regreso a México con una exposición en la galería Kurimanzutto es una oportunidad única para sumergirse en el universo creativo de esta artista excepcional, para experimentar el arte en carne propia y para reflexionar sobre el mundo que nos rodea. Una invitación a la fiesta, a la provocación, a la reflexión. Una invitación a vivir el arte como una experiencia transformadora.

Fuente: El Heraldo de México