
2 de septiembre de 2025 a las 09:25
Descubre la magia de San Luis Potosí
San Luis Potosí, un tesoro colonial que se revela entre desiertos y montañas, guarda en su corazón la huella imborrable del tiempo y la magia de una historia rica en matices. Más allá de las conocidas bellezas de sus plazas principales, donde el bullicio del comercio convive con la solemnidad de la arquitectura colonial, se esconde un entramado de calles empedradas que susurran leyendas de antaño. Hablamos de una ciudad forjada por la confluencia de culturas, un crisol donde se fundieron las tradiciones de los indígenas guachichiles, la perseverancia de las familias tlaxcaltecas y la visión de los españoles y frailes franciscanos.
Imaginen la escena: el año 1592. En el horizonte, bajo el intenso sol potosino, se levanta el primer barrio de lo que sería una joya arquitectónica: la Asunción de Tlaxcalilla. Un asentamiento que, como una semilla, germinaría para dar vida a otros seis barrios, conformando así el núcleo palpitante de San Luis Potosí. Entre ellos, el legendario San Miguelito, inmortalizado en la voz del inigualable Jorge Negrete, resuena en la memoria colectiva como un símbolo de identidad y orgullo potosino.
La ciudad no solo creció en extensión, sino también en espíritu, atrayendo a diversas órdenes religiosas como los agustinos, carmelitas y jesuitas, quienes dejaron su impronta en la construcción de templos y conventos que hoy en día son testigos silenciosos de la fe y el fervor de épocas pasadas. Recorrer sus calles es un viaje en el tiempo, un paseo por la historia que se manifiesta en cada piedra labrada de la Catedral de Nuestra Señora de la Concepción, en los muros centenarios de los conventos de San Francisco y San Agustín, en la delicada belleza de la Capilla de Aranzazú y en la majestuosidad del Teatro de la Paz.
Pero San Luis Potosí no solo es historia y arquitectura. Es también la tierra que vio nacer la leyenda del Cerro de San Pedro, un yacimiento minero que impulsó el desarrollo de la ciudad y sus alrededores. Ante la escasez de agua en la zona minera, la ciudad floreció como un oasis, un centro de acopio y procesamiento del mineral. A su alrededor, las haciendas de "beneficio para sacar plata" se multiplicaron, extendiendo su influencia en la región con la cría de ganado, la producción de leña, carbón y pulque. Nombres como Gogorrón, La Sauceda, Bledos Bajos, y la posterior Carranco, resuenan en la memoria como testigos de una época de prosperidad y trabajo, ligados a la tradición quesera que distingue a la región.
San Luis Potosí fue, además, un punto clave en el Camino Real de Tierra Adentro, esa ruta vital que conectaba la Ciudad de México con Santa Fe, en lo que hoy es Nuevo México. Imaginen las caravanas de comerciantes y viajeros que transitaban por estas tierras, dejando a su paso un legado de intercambio cultural y desarrollo económico.
En tiempos más recientes, la ciudad ha sabido reinventarse, transformando espacios con una visión innovadora. La antigua penitenciaría, un lugar de reclusión y olvido, ha renacido como el Centro Estatal de las Artes, un espacio de creación y expresión artística que alberga, entre sus muros renovados, el Museo Leonora Carrington. Una joya cultural que exhibe los dibujos inéditos y una impresionante colección de esculturas de la artista surrealista, un testimonio de la colaboración entre Fermín Llamazares, sobrino de Edward James, el creador del jardín surrealista de Xilitla, y Pablo Weisz Carrington, hijo de la artista. Una iniciativa que demuestra el compromiso de San Luis Potosí con el arte y la cultura.
La gastronomía potosina, un deleite para los sentidos, es otro de los tesoros que guarda esta ciudad. No es casualidad que el príncipe Henrik de Dinamarca, tras su visita, la haya elogiado como la mejor comida que había probado, destacando los productos del desierto como los cabuches y palmitos. Una invitación a descubrir los sabores únicos de una cocina que se nutre de la riqueza de su tierra y la tradición de sus habitantes.
San Luis Potosí, una ciudad que se descubre paso a paso, un destino que invita a explorar su historia, su arte, su cultura y su gastronomía. Una experiencia que, sin duda, dejará una huella imborrable en la memoria de quienes se aventuran a conocerla.
Fuente: El Heraldo de México