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1 de septiembre de 2025 a las 18:45

Revive tus plantas: El error de riego que debes evitar.

El drama silencioso que se desarrolla bajo la superficie de nuestras macetas a menudo pasa desapercibido. Creemos estar nutriendo vida, vertiendo agua con la mejor intención, pero en realidad, podríamos estar ahogando a nuestras queridas compañeras verdes. La sobrehidratación, un asesino silencioso, acecha en los hogares de los amantes de las plantas, incluso de los más experimentados. Y es que, contrariamente a la creencia popular, el exceso de agua puede ser más perjudicial que la falta de ella. Imaginen las raíces, esos pequeños pulmones subterráneos, luchando por respirar en un suelo saturado, incapaces de absorber los nutrientes vitales. Es una imagen desoladora, ¿verdad?

La Royal Horticultural Society (RHS), una autoridad en el mundo de la jardinería, nos advierte sobre este peligro invisible. Según sus expertos, el exceso de riego asfixia las raíces, impidiendo la absorción de nutrientes y debilitando la planta hasta el punto de la muerte. Es como si nosotros intentáramos respirar bajo el agua – una situación insostenible a largo plazo.

Pero, ¿cómo identificar a tiempo las señales de auxilio que nos envían nuestras plantas? Las hojas, esas ventanas al alma vegetal, nos ofrecen pistas cruciales. Observen con atención: ¿se ven amarillentas y marchitas, incluso con la tierra húmeda? ¿Presentan manchas oscuras, signo inequívoco de pudrición? El olor de la tierra también puede ser un indicador. Si perciben un aroma a humedad estancada, a tierra podrida, es una señal de alarma.

La American Society for Horticultural Science, en un estudio revelador, ha demostrado que la asfixia radicular, consecuencia directa del exceso de riego, reduce drásticamente la capacidad fotosintética de la planta. Este proceso vital, que transforma la luz solar en energía, se ve comprometido, debilitando aún más a nuestra amiga verde y haciéndola vulnerable a plagas y enfermedades. Es como si le quitáramos su armadura protectora, dejándola expuesta a los ataques del mundo exterior.

Ante este panorama, la prevención se convierte en nuestra mejor aliada. Antes de regar, introduzcan un dedo en la tierra, hasta unos dos centímetros de profundidad. Si la sienten húmeda, esperen. Es mejor pecar de precavidos que de excesivamente generosos con el agua. Además, es preferible regar en profundidad, pero con menos frecuencia, estimulando así el crecimiento de las raíces hacia abajo, en busca de agua, fortaleciéndolas y haciéndolas más resistentes.

La Universidad de Cornell, en Estados Unidos, nos ofrece otro consejo valioso: la elección de la maceta. Un buen drenaje es fundamental para evitar la acumulación de agua en la base. Imaginen una piscina en miniatura en el fondo de la maceta, ahogando lentamente las raíces. Es una imagen que debemos evitar a toda costa. Opten por macetas con agujeros de drenaje y, si utilizan platos o bases, asegúrense de vaciar el exceso de agua después del riego.

En definitiva, el cuidado de las plantas es un acto de equilibrio, una danza sutil entre la hidratación y la aireación. Observar, aprender a interpretar las señales que nos envían nuestras compañeras verdes y actuar con prudencia son las claves para mantenerlas sanas y vibrantes. Recuerden, a veces, menos es más. Y en el caso del riego, esta máxima se cumple a la perfección.

Fuente: El Heraldo de México