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1 de septiembre de 2025 a las 21:45
Niño atropellado: ¿la culpa es del celular?
La omnipresencia de la tecnología en nuestras vidas, si bien nos conecta con el mundo de maneras inimaginables, también nos presenta un desafío constante: el equilibrio entre lo digital y lo tangible, lo virtual y lo real. Este delicado balance se pone en evidencia con la desgarradora noticia del pequeño de cinco años atropellado en San Jerónimo Caleras, Puebla. Las imágenes, que circulan por redes sociales como un grito silencioso de alerta, muestran la cruda realidad de una distracción con consecuencias devastadoras.
Un video de apenas 30 segundos encapsula una tragedia que marcará para siempre la vida de una familia. Vemos a la madre, con un teléfono celular en la mano y una carriola en la otra, mientras su hijo, con la despreocupación propia de la infancia, juega cerca de una coladera. La camioneta, que aparece a lo lejos, avanza lentamente, casi imperceptible en un principio. Gira en la esquina y, en un instante que congela el corazón, se encuentra frente al pequeño. El impacto es inevitable.
La reacción inmediata de la madre, corriendo desesperada hacia su hijo, es un reflejo del dolor y la culpa que la abruman. El conductor, visiblemente consternado, detiene el vehículo de inmediato. La escena, aunque breve en su duración, es un testimonio desgarrador de cómo la fragilidad de la vida puede verse alterada en un segundo por la falta de atención. El niño, trasladado a un hospital cercano, se encuentra en estado reservado, luchando por su vida mientras su pronóstico pende de un hilo.
Este lamentable accidente ha desatado una ola de comentarios en redes sociales, muchos de ellos cuestionando la responsabilidad de la madre. La distracción con el teléfono celular, un elemento tan común en nuestro día a día, se convierte en el centro del debate. ¿Hasta qué punto la tecnología nos absorbe y nos desconecta de nuestro entorno inmediato? ¿Cómo podemos encontrar el equilibrio necesario para aprovechar las ventajas de la conectividad sin poner en riesgo nuestra seguridad y la de quienes nos rodean?
Más allá de la asignación de culpas, este incidente nos invita a una profunda reflexión sobre nuestra relación con la tecnología. Es un llamado a la conciencia, una invitación a levantar la mirada de las pantallas y a prestar atención a lo que realmente importa: la vida que transcurre a nuestro alrededor. La seguridad de nuestros hijos, su bienestar, depende en gran medida de nuestra capacidad para estar presentes, para observar, para anticipar los peligros.
El caso del pequeño de San Jerónimo Caleras no es un hecho aislado. Es un reflejo de una problemática creciente en nuestra sociedad, un síntoma de la era digital en la que vivimos. La necesidad de estar conectados constantemente nos expone a riesgos que muchas veces subestimamos. Es fundamental, por lo tanto, promover una cultura de la atención plena, de la responsabilidad digital, para que la tecnología sea una herramienta que nos ayude a vivir mejor, y no una fuente de distracción que ponga en peligro nuestras vidas y la de nuestros seres queridos. El futuro, sin duda, dependerá de nuestra capacidad para encontrar ese equilibrio.
Fuente: El Heraldo de México