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1 de septiembre de 2025 a las 09:35

Domina el Arte del Corte

El acto de "cutting", de autolesionarse cortándose la piel, es una señal de alarma que grita en silencio. Es un intento desesperado por acallar un dolor interno insoportable, una herida emocional tan profunda que el dolor físico se percibe como un alivio, una distracción, una forma de sentir algo diferente. Imaginen la magnitud del sufrimiento que debe experimentar una persona para llegar a la conclusión de que una cuchilla contra su piel duele menos que el torbellino de emociones que lleva dentro.

Este comportamiento, lamentablemente, no siempre es comprendido. Se suele etiquetar como una "llamada de atención", una "manipulación" o incluso una "moda". Sin embargo, simplificar el "cutting" a estas etiquetas es ignorar el profundo malestar que lo origina. En muchos casos, se trata de jóvenes que buscan una vía de escape a situaciones de dolor emocional extremo: el acoso escolar, la presión social, la falta de comunicación en el hogar, experiencias traumáticas como el abuso o el abandono. Incluso, la propia búsqueda de identidad en la adolescencia, combinada con la vulnerabilidad emocional propia de esta etapa, puede llevar a algunos jóvenes a explorar comportamientos autodestructivos como una forma de lidiar con la incertidumbre y la angustia.

Es fundamental entender que detrás de cada corte hay una historia de dolor no expresado. Una historia de miedo, de tristeza, de rabia, de soledad. Son jóvenes que, en la mayoría de los casos, no han encontrado un espacio seguro donde expresar sus emociones, donde sentirse escuchados, comprendidos y validados. Han aprendido a silenciar su dolor, a guardarlo en lo más profundo de su ser, hasta que la presión se vuelve insoportable y la autolesión se presenta como la única salida.

¿Cómo podemos ayudar? La clave está en la escucha activa, en la empatía, en crear un ambiente de confianza donde estos jóvenes se sientan seguros para hablar de lo que les duele. No se trata de juzgar, de minimizar sus problemas o de ofrecer soluciones rápidas. Se trata de estar presentes, de validar sus emociones, de hacerles saber que no están solos.

Preguntas como "¿Qué te duele más?", "¿Si hubieras podido hacer otra cosa, qué hubiera sido?", "¿Cómo te sientes ahora?", pueden abrir la puerta al diálogo y ayudarles a expresar lo que llevan dentro. Recordemos que el "cutting" no es el problema en sí mismo, sino un síntoma de un problema más profundo. Es una señal de auxilio que no podemos ignorar.

Es crucial ofrecerles alternativas saludables para gestionar sus emociones. El apoyo psicológico profesional es fundamental en estos casos, pero también lo es el apoyo familiar y social. Actividades como el deporte, el arte, la música o el contacto con la naturaleza pueden ser herramientas valiosas para canalizar sus emociones y encontrar un sentido de propósito.

No olvidemos que la sanación es posible. Con paciencia, comprensión y el apoyo adecuado, estos jóvenes pueden aprender a gestionar su dolor de una manera saludable y construir una vida plena y significativa. Buscar ayuda es un acto de valentía, el primer paso hacia la recuperación. No dejemos que el silencio se convierta en una cicatriz permanente. Estemos atentos, escuchemos, acompañemos. Juntos podemos marcar la diferencia.

Fuente: El Heraldo de México