La imprudencia al volante, una vez más, roza la tragedia en las vías del tren de Fresnillo, Zacatecas. Un escalofriante encuentro entre un vehículo y la imponente fuerza de un ferrocarril nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de respetar las señales de tránsito. La escena, ocurrida en el conocido crucero de San Ramón, nos hiela la sangre: un automóvil, con dos personas a bordo, intenta ganarle el paso al tren, una apuesta temeraria que termina en un violento impacto. El vehículo, arrastrado varios metros por la locomotora, queda convertido en un amasijo de hierros retorcidos, testimonio silencioso del peligro que acecha en cada cruce ferroviario.

Por fortuna, y casi de milagro, el conductor y su acompañante escaparon con lesiones menores. La rápida intervención del personal de la Coordinación Municipal de Protección Civil de Fresnillo fue crucial para brindarles la atención necesaria en el lugar del accidente. Tras una minuciosa valoración médica, se determinó que no requerían traslado a un centro hospitalario, un alivio inmenso para todos.

Sin embargo, este incidente no es un caso aislado. La memoria colectiva de Fresnillo aún guarda las imágenes del descarrilamiento de un tren de carga ocurrido en mayo pasado, en la comunidad Estación San José. Diecisiete vagones cargados de maíz terminaron fuera de las vías, creando un escenario de caos y destrucción. Afortunadamente, en aquella ocasión tampoco se registraron víctimas.

Estos eventos nos obligan a reflexionar sobre la importancia de la precaución al acercarnos a un cruce ferroviario. Las vías del tren no son un juego, son un espacio donde la velocidad y el peso de una locomotora pueden convertir un simple error en una tragedia. Respetar las señales de tránsito, reducir la velocidad y asegurarse de que la vía esté libre son medidas fundamentales para proteger nuestra vida y la de los demás.

¿Cuántos accidentes más debemos presenciar antes de tomar conciencia? La seguridad vial es una responsabilidad compartida. Cada vez que nos ponemos al volante, asumimos un compromiso con nosotros mismos y con quienes nos rodean. No permitamos que la prisa o la imprudencia nos cieguen. Unos segundos de espera pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Recordemos siempre que el tren, por su naturaleza, tiene la preferencia de paso. Detengámonos, observemos y escuchemos antes de cruzar las vías. Nuestra vida puede depender de ello.

Fresnillo, una ciudad marcada por estos incidentes, nos llama a la reflexión. Es hora de convertir la precaución en un hábito, de educar a las nuevas generaciones sobre la importancia de la seguridad vial y de trabajar juntos para construir un entorno donde la imprudencia no tenga cabida. La vida es un regalo invaluable, no la pongamos en juego por un simple descuido. Crucemos las vías con responsabilidad, con respeto y con la certeza de que llegaremos seguros a nuestro destino.