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31 de agosto de 2025 a las 08:35

¡El jaguar ruge +10%!

La majestuosa silueta del jaguar, el felino más grande de América, se desliza sigilosamente entre la densa vegetación mexicana. Un nuevo censo nacional, el tercero en su tipo, nos trae un rayo de esperanza: la población de jaguares ha crecido. 5,326 ejemplares, un número que resuena con la fuerza de la selva y nos habla de la resiliencia de la naturaleza. Este incremento del 10% desde el último censo en 2018, aunque alentador, no debe opacar la realidad: el jaguar sigue en peligro de extinción en nuestro país. Imaginemos la riqueza de nuestros ecosistemas si logramos asegurar su futuro.

La Península de Yucatán y el Pacífico Sur se erigen como santuarios para el jaguar, albergando la mayor concentración de estos magníficos felinos. Casi como guardianes de estos parajes, 1,699 jaguares recorren la Yucatán y 1,541 el Pacífico Sur, seguidos por 813 en el Noreste y Centro de México, 733 en el Pacífico Norte y 540 en la Costa del Pacífico Central. Estos números, más allá de frías estadísticas, representan la vitalidad de estos ecosistemas, pues el jaguar, como especie clave, es un indicador de su salud. Su presencia nos habla de la abundancia de presas, de la integridad de los bosques y de la salud de los ríos que serpentean por estas regiones.

La Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar (ANCJ), ente rector de este importante censo realizado con la colaboración de 49 investigadores y más de 920 cámaras trampa distribuidas en 23 puntos estratégicos del país, no solo nos presenta datos esperanzadores, sino que también nos invita a la acción. La conservación del jaguar no es una tarea exclusiva de especialistas, es una responsabilidad compartida que nos compete a todos.

¿Qué podemos hacer para asegurar que las futuras generaciones puedan maravillarse con la presencia del jaguar en nuestros bosques? La ANCJ nos proporciona una hoja de ruta, una serie de acciones concretas que, implementadas de manera conjunta, pueden marcar la diferencia.

Más allá de la implementación de cámaras trampa para el monitoreo, crucial para entender las dinámicas poblacionales y los patrones de movimiento del jaguar, se requiere un compromiso a largo plazo. La protección de su hábitat es primordial. Imaginemos la expansión de las áreas naturales protegidas, la creación de corredores biológicos que conecten las poblaciones aisladas, permitiendo el intercambio genético y fortaleciendo la especie.

La lucha contra la caza furtiva y el tráfico ilegal de partes de jaguar es otro frente de batalla crucial. Fortalecer la vigilancia, imponer sanciones ejemplares y concientizar a la población sobre el valor de la vida silvestre son acciones indispensables.

Pero la conservación no se limita a la protección. La educación ambiental juega un papel fundamental en este proceso. Desde las aulas hasta las comunidades rurales, es vital promover el conocimiento sobre el jaguar, su importancia ecológica y las amenazas que enfrenta. Generar un sentido de pertenencia y orgullo por nuestra biodiversidad es la clave para asegurar su conservación.

El futuro del jaguar está en nuestras manos. El incremento en su población es una señal de que vamos por buen camino, pero no podemos bajar la guardia. La ANCJ nos invita a unirnos en este esfuerzo colectivo, a convertirnos en guardianes de la selva y a asegurar que el rugido del jaguar siga resonando en los bosques de México para las generaciones venideras.

Fuente: El Heraldo de México