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30 de agosto de 2025 a las 10:05

Secretos de los regalos de tu gato

En el silencioso reino felino, donde las sombras bailan con la luz de la luna y los ronroneos tejen melodías secretas, reside un instinto ancestral que ni la domesticación ha logrado borrar: el impulso irrefrenable de la caza. Aunque nuestros mininos disfruten de la comodidad de un hogar cálido y un plato siempre lleno, la chispa depredadora continúa brillando en sus ojos esmeralda, ámbar o zafiro. Esa mirada penetrante que nos observa mientras dormimos, ese sigiloso acecho a una mosca desprevenida, son vestigios de una herencia salvaje que se remonta a milenios.

Y es precisamente este instinto, grabado a fuego en su ADN, el que explica el peculiar comportamiento de traer "regalos" a sus dueños. Ratones, pájaros, lagartijas, insectos… Trofeos de caza que, en nuestra perspectiva humana, pueden resultar desagradables, pero que para ellos representan un valioso tesoro, una ofrenda digna de ser compartida con aquellos a quienes consideran parte de su clan.

Olvidemos la idea romántica del gato trayendo un obsequio como muestra de afecto. Si bien el amor felino es innegable, la motivación detrás de este acto es mucho más primal. No se trata de un regalo en el sentido humano, sino de una lección, una demostración de habilidad y, en cierto modo, una invitación a participar del festín. Imaginen a una madre gata enseñando a sus cachorros las artes de la supervivencia, mostrándoles cómo cazar y alimentarse. De la misma manera, nuestros gatos nos ven, en parte, como crías inexpertas que necesitan aprender los rudimentos de la vida salvaje, incluso dentro de las cuatro paredes de un apartamento.

Este comportamiento también refuerza los lazos sociales dentro del grupo felino, ya sea real o imaginario. Al compartir la presa, el gato establece un vínculo de confianza y cooperación, una forma de decir "pertenecemos juntos, compartimos el mismo territorio y los mismos recursos". Así que, la próxima vez que tu gato deposite un pequeño roedor a los pies de tu cama, no te asustes ni lo reprendas. Respira hondo, agradece el gesto (aunque te cueste) y recuerda que estás siendo invitado a formar parte de un ritual ancestral, un vínculo invisible que te conecta con la esencia misma de lo salvaje.

Además, es importante destacar que este comportamiento puede variar según la personalidad del gato. Algunos son cazadores más ávidos que otros, y algunos pueden ser más propensos a compartir sus presas que otros. La edad también juega un papel importante: los gatos jóvenes, llenos de energía y con el instinto de caza en su apogeo, suelen traer "regalos" con más frecuencia que los gatos mayores, que prefieren la tranquilidad y la comodidad del hogar.

Finalmente, recordemos que la esterilización y castración pueden influir en este comportamiento. Al reducir los niveles hormonales, se disminuye también el impulso de caza y, por lo tanto, la necesidad de compartir las presas. Sin embargo, incluso los gatos esterilizados pueden mantener vestigios de este instinto ancestral, recordándonos que bajo la suave capa de domesticación, late el corazón de un depredador.

Fuente: El Heraldo de México