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30 de agosto de 2025 a las 15:10

Refúgiate: Zonas seguras en sismos

Septiembre nos recordó una vez más la constante presencia sísmica en nuestra realidad. La imposibilidad de predecir estos eventos de la naturaleza nos obliga a estar siempre alerta y preparados. Más allá de la angustia que genera la incertidumbre, la clave reside en la información y la planificación. La Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (SGIRPC) de la Ciudad de México nos insta a mantener la calma, priorizando la evacuación ordenada a través de las rutas preestablecidas. Sabemos que esto es más fácil decirlo que hacerlo, pero la consigna "no correr, no gritar, no empujar" puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, evitando accidentes durante la evacuación.

Para quienes se encuentran en pisos altos, donde la evacuación inmediata se vuelve compleja, la SGIRPC recomienda ubicarse en las zonas de menor riesgo, alejados de ventanas, muebles u objetos que puedan caer. Identificar estos espacios seguros dentro de nuestro entorno cotidiano es un paso crucial para aumentar las posibilidades de supervivencia ante un eventual colapso.

Pero, ¿cómo saber qué hacer en esos momentos de tensión? La respuesta, según Roberto Genis Chimal, jefe de Análisis y Prevención de Riesgos de la Dirección de Protección Civil y Bomberos de la UNAM, depende del tiempo que transcurre entre la onda sísmica y su impacto. Recordemos los sismos de 2017: en el primero, con epicentro en Chiapas, la onda sísmica tardó 97 segundos en llegar a la Ciudad de México, un lapso que permitió a muchos ponerse a salvo. Sin embargo, el 19 de septiembre, con un epicentro cercano a la capital, la onda sísmica impactó en tan solo 15 segundos, un tiempo insuficiente incluso para que la alerta sísmica cumpliera su función en algunas zonas.

Esta variabilidad temporal nos demuestra la importancia de reaccionar al primer aviso de la alerta sísmica, replegándonos de inmediato, ya que desconocemos cuánto tiempo tendremos antes del impacto. Genis Chimal nos recuerda que el protocolo de evacuación de 60 segundos, basado en el tiempo estimado de llegada de una onda sísmica desde la Brecha de Guerrero, quedó obsoleto tras el sismo del 19 de septiembre de 2017. La nueva realidad nos exige el repliegue inmediato.

El lugar del repliegue también es crucial, y depende de factores como el tipo de construcción. Genis Chimal nos exhorta a identificar los puntos fuertes de nuestra vivienda, recordándonos que las estructuras de soporte, como columnas y trabes, junto con los muros de carga, ofrecen mayor resistencia que los muros divisorios. Sin embargo, la realidad de la autoconstrucción en México, donde muchas viviendas se edificaron sin la supervisión de profesionales y sin apegarse a los reglamentos de construcción posteriores a 1985, añade un factor de vulnerabilidad. Por ello, la revisión de las estructuras por parte de expertos es fundamental para determinar la mejor estrategia: replegarse o evacuar.

Esta evaluación debe realizarse en cada edificio, independientemente de su antigüedad, ya que las condiciones y el entorno influyen en su resistencia. Genis Chimal contrasta la fragilidad de las antiguas vecindades de mampostería con la resistencia de los modernos edificios de acero, sugiriendo el repliegue en estos últimos para evitar accidentes durante la evacuación. Si desconocemos la historia constructiva de nuestro edificio, la consulta a un ingeniero o arquitecto es indispensable para identificar los muros de carga y evaluar la seguridad de la estructura.

Predecir el colapso de una vivienda es imposible, ya que intervienen múltiples factores: el mantenimiento, el sistema constructivo y la ubicación, incluyendo el tipo de suelo. Asignar un porcentaje de supervivencia según el lugar de resguardo es igualmente complejo, dependiendo de la particularidad de cada construcción. La clave, según Fernando García, arquitecto de la FES Aragón de la UNAM, reside en ubicarse bajo columnas o muros de carga, donde la probabilidad de supervivencia podría rondar entre el 50% y el 60% en caso de colapso. Sin embargo, ambos expertos coinciden en la dificultad de precisar una cifra, dada la cantidad de variables en juego.

La decisión entre replegarse o evacuar también depende de la distancia a la salida. Si estamos a menos de 30 metros de una salida despejada, la evacuación puede ser viable. La prevención, como subraya Genis Chimal, implica la revisión y el mantenimiento de nuestras instalaciones, recordándonos que los sismos no son sinónimo de destrucción inevitable. La preparación también incluye un plan familiar de protección civil que contemple las necesidades de las personas vulnerables y las mascotas, asegurando la protección de todos los miembros del hogar.

Fuente: El Heraldo de México