
31 de agosto de 2025 a las 00:55
Niños perdidos en Yucatán, hallados con vida
La angustia se palpaba en el aire de la comisaría de Chelem. Una madre, originaria de Alaska, con la voz quebrada y los ojos enrojecidos, relataba a los oficiales la pesadilla que estaba viviendo. Una discusión con su pareja, también de Alaska, había escalado a la violencia física, obligándola a buscar refugio y protección en las autoridades. Sin embargo, al regresar a su hogar, un vacío desgarrador la recibió: sus siete hijos, con edades que iban desde la tierna infancia de seis meses hasta la preadolescencia de once años, habían desaparecido. La casa, que momentos antes había sido testigo del conflicto, ahora era un escenario silencioso y aterrador, cargado de la ausencia inexplicable de sus pequeños.
La incertidumbre se convirtió en un monstruo que la devoraba. Un rumor, una chispa de esperanza, la llevó a un hotel al norte de Mérida. ¿Estarían allí, resguardados, a salvo? La negativa del establecimiento a proporcionar información alguna fue un jarro de agua fría, un golpe directo a la poca fortaleza que le quedaba. Desesperada, recurrió a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y a la Fiscalía General del Estado, aferrándose a la posibilidad de que las autoridades pudieran desentrañar el misterio de la desaparición de sus hijos.
Mientras tanto, en un predio del fraccionamiento Residencial Solana, siete pequeños se encontraban solos, abandonados a su suerte. Imaginen la escena: el mayor, con apenas once años, intentando comprender la situación, tratando de consolar a sus hermanos menores, el bebé de seis meses ajeno a la tormenta que se cernía sobre ellos, la incertidumbre y el miedo dibujados en sus rostros infantiles.
La maquinaria de la justicia se puso en marcha. Agentes del Sector Poniente, especialistas de la UNIPREV (Unidad Especializada para la Prevención de la Violencia Familiar y de Género), paramédicos y la Policía Estatal de Investigación (PEI) trabajaron incansablemente, siguiendo cada pista, cada indicio, como un hilo conductor en un laberinto de angustia. Las horas se convirtieron en una eternidad para la madre, cada minuto una punzada en el corazón. Finalmente, gracias a la colaboración ciudadana y a la labor exhaustiva de las autoridades, la luz se abrió paso entre las sombras: los niños fueron localizados en Residencial Solana.
El reencuentro en las instalaciones de la SSP fue un torrente de emociones. El alivio de la madre al abrazar a sus hijos, las lágrimas contenidas, la mezcla de alegría y tristeza, un momento que quedará grabado para siempre en la memoria de todos los presentes. Los niños, ahora bajo resguardo, comenzaban a procesar la experiencia traumática, mientras se iniciaban los trámites legales correspondientes.
Este caso ha conmocionado a la comunidad meridana. La pregunta que resuena en las calles, en las conversaciones, en las redes sociales es: ¿Qué llevó al padre a abandonar a sus hijos? ¿Cómo pudieron ser sustraídos de su hogar sin dejar rastro? La investigación continúa, buscando respuestas, desentrañando los detalles de este drama familiar. Mientras tanto, la sociedad se solidariza con la madre, reconociendo la rápida y eficaz respuesta de la Secretaría de Seguridad Pública, que devolvió la esperanza a una familia al borde del abismo. Este caso nos recuerda la importancia de la colaboración ciudadana y la eficiencia de las instituciones en la protección de los más vulnerables, nuestros niños. La historia aún no termina, queda pendiente el esclarecimiento de los hechos y la aplicación de la justicia. Sin embargo, en medio de la oscuridad, la luz de la esperanza brilla con fuerza: siete niños han vuelto a los brazos de su madre.
Fuente: El Heraldo de México