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30 de agosto de 2025 a las 09:15

Gaza: Un Legado Imborrable

La obra de Enzo Traverso, "Gaza ante la historia", nos interpela con una crudeza necesaria, obligándonos a confrontar una realidad incómoda: la transformación de las víctimas del Holocausto en victimarios en el contexto del conflicto palestino-israelí. Traverso argumenta que la memoria del horror nazi, en lugar de servir como un faro ético que guíe hacia la paz y la justicia, ha sido manipulada para justificar una política de exterminio contra el pueblo palestino. Este uso perverso de la memoria histórica no sólo traiciona el principio fundamental del "nunca más", sino que representa una profunda regresión civilizatoria. Nos obliga a preguntarnos, ¿qué valor tiene el recuerdo del sufrimiento si se instrumentaliza para legitimar el sufrimiento de otros?

La mirada de Traverso va más allá de la Shoah, estableciendo un paralelismo con la lucha contra el imperialismo. Identifica una serie de representaciones culturales y mediáticas, así como prácticas y prejuicios cotidianos, tanto en el gobierno israelí como en sus aliados occidentales, que construyen la imagen del palestino como el "otro radical", el bárbaro, el salvaje, una amenaza ontológica que justifica la violencia ejercida en su contra bajo el pretexto de una "misión civilizadora". Esta retórica, cargada de reminiscencias coloniales, permite a Israel presentarse no como una fuerza de ocupación que ejerce un poder opresivo sobre la población autóctona, sino como una nación que se defiende de enemigos externos. De este modo, el conflicto secular que se inició con la fundación del Estado de Israel en 1948 se perpetúa bajo una lógica de dominación y resistencia.

A la luz de este análisis, la devastación de Gaza no se presenta como un evento aislado o un exceso coyuntural, sino como la consecuencia lógica de una dinámica perversa en la que la "razón de Estado" se convierte en una coartada permanente para justificar la violencia. En nombre de la "seguridad", Israel ha instrumentalizado la criminal provocación de Hamás para suspender cualquier límite moral propio de una democracia. Esta situación nos confronta con una pregunta crucial: ¿hasta qué punto la búsqueda de seguridad puede justificar la violación sistemática de los derechos humanos?

Traverso rechaza categóricamente la equiparación entre antisionismo y antisemitismo, un chantaje intelectual que busca silenciar las críticas al Estado de Israel y su política de ocupación. Señalar la naturaleza colonial del Estado israelí no implica negar el Holocausto ni promover la hostilidad contra los judíos. Al contrario, confundir estas dos posturas trivializa la lucha contra el antisemitismo e impide la búsqueda de soluciones pacíficas al conflicto. La memoria de los campos de concentración debería servir como un recordatorio constante de la necesidad de evitar la crueldad, no como una justificación para ejercerla.

Si bien la inclusión de Hamás en una genealogía de la resistencia antifascista y anticolonial puede generar controversia, el argumento de Traverso sobre la violencia terrorista como síntoma de una asimetría insoportable nos invita a la reflexión. La violencia, en cualquiera de sus formas, nunca surge en el vacío. Comprender sus raíces y las condiciones que la propician es esencial para construir un futuro de paz y justicia. El desafío que nos plantea "Gaza ante la historia" es ineludible: debemos romper el ciclo de la violencia y construir un futuro basado en el respeto a los derechos humanos y la dignidad de todos los pueblos.

Fuente: El Heraldo de México