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30 de agosto de 2025 a las 06:25

Dueño entrena dóberman para atacar: hombre muere

La tragedia ha golpeado a la comunidad de Landín, Coahuila, dejando una estela de dolor e indignación. Pedro Alberto “N”, de 52 años, perdió la vida tras una agonizante batalla de cuatro días contra las heridas infligidas por un perro dóberman. El ataque, ocurrido el domingo pasado en la prolongación Álvaro Obregón, entre Manuel de Mederos y Luis Echeverría Álvarez, ha reabierto el debate sobre la responsabilidad de los dueños de mascotas, especialmente aquellas consideradas potencialmente peligrosas.

Según testigos presenciales, el animal sorprendió a Pedro Alberto, derribándolo en repetidas ocasiones. La mordida en la ingle, de una gravedad alarmante, se sumó a las múltiples contusiones y excoriaciones sufridas en la caída. No se trata de un incidente aislado. Vecinos de la colonia Landín afirman que el dóberman ya había protagonizado episodios de agresividad contra transeúntes, sembrando el temor en la comunidad. ¿Por qué no se tomaron medidas antes? ¿Cuántas advertencias se ignoraron antes de llegar a este fatal desenlace? Estas preguntas resuenan con fuerza entre quienes conocieron a la víctima y exigen justicia.

Tras el ataque, el dueño del perro lo condujo a su domicilio, asegurando al animal en la azotea. Una acción que, lejos de aminorar la gravedad del hecho, parece una tímida reacción ante la magnitud de la tragedia que se avecinaba. Mientras tanto, Pedro Alberto, con una probable fractura de fémur, era trasladado al hospital. La esperanza se desvaneció el jueves, cuando las complicaciones derivadas de sus heridas acabaron con su vida.

La actuación de las autoridades también está bajo escrutinio. Si bien la Comisaría de Seguridad confirmó la detención del propietario del perro, la información sobre su situación legal es aún escasa. ¿Se le imputarán cargos por homicidio culposo? ¿Se tendrá en cuenta la presunta reincidencia del animal? La incertidumbre alimenta la ansiedad de una comunidad que clama por justicia y por medidas que garanticen la seguridad de sus habitantes.

Este caso pone de manifiesto la necesidad de una legislación clara y contundente en materia de tenencia responsable de animales. La prevención, a través de la educación y la concienciación, es fundamental. No podemos esperar a que ocurran nuevas tragedias para actuar. La vida de Pedro Alberto no puede ser en vano. Su muerte debe servir como un llamado a la reflexión y a la acción para evitar que otros sufran un destino similar. ¿Qué medidas se tomarán para proteger a la comunidad? ¿Se revisarán las normativas existentes para adaptarlas a la realidad y garantizar la seguridad de todos? El futuro dirá si esta tragedia ha servido para algo más que para sumar una víctima más a la lista de los olvidados.

Por otro lado, el destino del dóberman se encuentra en el limbo. En casos como este, el sacrificio del animal es una posibilidad, aunque genera controversia. Asociaciones protectoras de animales abogan por alternativas, planteando la necesidad de evaluar el comportamiento del animal y considerar otras opciones, como la rehabilitación en centros especializados. Se trata de un debate complejo, sin soluciones fáciles, que pone en juego la seguridad pública y el bienestar animal.

Finalmente, la familia de Pedro Alberto se enfrenta a un futuro incierto, marcado por el dolor y la ausencia. Más allá de las responsabilidades legales, la pérdida de un ser querido es irreparable. La indemnización por daños y perjuicios, si bien necesaria, nunca podrá compensar el vacío que deja su partida. Este caso nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de la responsabilidad individual en la convivencia social.

Fuente: El Heraldo de México